sábado, 30 de marzo de 2013

El cuervo y la raposa

En uno de los capiteles románicos de San Martín de Frómista (Palencia)  encontramos el motivo del Cuervo y la Zorra: un cuervo, posado en la rama de un árbol, sostiene un queso en el pico; al pie del árbol, una zorra intenta arrebatárselo con astucia, ya que no puede hacerlo por la fuerza; recurre al halago de la voz del cuervo, de forma que éste, herido en su amor propio, se pone a graznar, suelta el queso y la zorra se hace con él. 

 En el capitel se puede observar el momento en que el cuervo suelta el queso, que está en el aire, y la zorra está a punto de arrebatárselo. Así dice la fábula del escritor latino Fedro (que se basa a su vez en el fabulista griego Esopo)  en la que se inspira:

Cum de fenestra coruos raptum caseum
comesse uellet, celsa residens arbore,
uolpes hunc uidit, deinde sic coepit loqui:
O qui tuarum, corue, pennarum est nitor!
Quantum decoris corpore et uoltu geris!
Si uocem haberes, nulla prior ales foret.
At ille stultus, dum uolt uocem ostendere,
emisit ore caseum, quem celeriter
dolosa uolpes auidis rapuit dentibus.

La primera foto de arriba está tomada de la Red, la segunda es mía, que subo también por el detalle de la columna.

La fábula latina de Fedro del cuervo y la zorra (o raposa) dice, más o menos,  así:
  
Al querer zampar un cuervo un queso que robó
de algún alféizar, posado en lo alto de un frutal,
lo vio la  zorra, y le empezó a halagar así:
“¡Oh cuervo, qué plumaje más deslumbrador!
¡Cuánta belleza tienes en tu porte y faz!
Si tuvieras voz, serías de aves tú el primor”.
Mas al hacer de voz el necio ostentación,
soltó del pico el queso, que con rapidez
la astuta zorra a dentelladas devoró. 



Este motivo literario, del que hay una versión en el Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita, fue tratado también por el infante Juan Manuel en El Conde Lucanor o Libro de los Ejemplos:

Hablando otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, díjole así:

-Patronio, un hombre que se dice amigo mío me empezó a elogiar mucho, dándome a entender que yo tenía mucho mérito y mucho poder. Cuando me hubo halagado de esta manera todo lo que pudo, me propuso una cosa que a mí me parece que me conviene.

Entonces el conde le contó a Patronio lo que su amigo le proponía, que, aunque a primera vista se dijera provechoso, ocultaba un engaño, del que Patronio se apercibió. Por lo cual dijo al conde:

-Señor conde Lucanor, sabed que este hombre os quiere engañar, dándoos a entender que vuestros méritos y vuestro poder son mayores que en la realidad. Para que os podáis guardar del engaño que quiere haceros, me gustaría que supierais lo que sucedió al cuervo con la zorra.

El conde le preguntó qué le había sucedido.



-Señor conde -dijo Patronio-, el cuervo encontró una vez un pedazo muy grande de queso y se subió a un árbol para comer el queso más a gusto y sin que nadie le molestara. Estando así el cuervo pasó la zorra y, cuando vio el queso, empezó a pensar en la manera de poder quitárselo. Con este objeto dijo lo siguiente:

-Don Cuervo, hace ya mucho tiempo que he oído hablar de vuestras perfecciones y de vuestra hermosura. Aunque mucho os busqué, por voluntad de Dios o por desdicha mía, no os vi hasta ahora, que hallo que sois muy superior a lo que me decían. Para que veáis que no me propongo lisonjearos os diré, junto con lo que las gentes en vos alaban, aquellos defectos que os atribuyen. Todo el mundo dice que como el color de vuestras plumas, ojos, pico, patas y garras es negro, y este color no es tan bonito como otros colores, el ser todo negro os hace muy feo, sin darse cuenta de que se equivocan, pues aunque es verdad que vuestras plumas son negras, su negrura es tan brillante que tiene reflejos azules, como las plumas del pavo real, que es el ave más hermosa del mundo, y, aunque vuestros ojos son negros, el color negro es para los ojos mucho más hermoso que ningún otro, pues la propiedad de los ojos es ver, y como el negro hace ver mejor, los ojos negros son los mejores, por lo cual los ojos de la gacela, que son más oscuros que los de los otros animales, son muy alabados. Además, vuestro pico y vuestras garras son mucho más fuertes que los de ninguna otra ave de vuestro tamaño. También tenéis, al volar, tan gran ligereza, que podéis ir contra el viento, por recio que sea, lo que ninguna otra puede hacer tan fácilmente como vos. Fuera de esto estoy convencida de que, pues en todo sois tan acabado y Dios no deja nada imperfecto, no os habrá negado el don de cantar mucho mejor que ningún otro pájaro. Pero, pues Dios me hizo la merced de que os viese, y contemplo en vos más perfecciones de las que oí, toda mi vida me tendría por dichosa si os oyese cantar.

Fijaos bien, señor conde, que aunque la intención de la zorra era engañar al cuervo, lo que dijo fue siempre verdad. Desconfiad de la verdad engañosa, que es madre de los peores engaños y perjuicios que pueden venirnos.

Cuando el cuervo vio de qué manera le alababa la zorra y cómo le decía la verdad, creyó que en todas las cosas se la diría y la tuvo por amiga, sin sospechar que esto lo hacía por quitarle el queso que tenía en el pico. Conmovido, pues, por sus elogios y por sus ruegos para que cantara, abrió el pico, con lo que cayó el queso en tierra. Cogiólo la zorra y huyó con él. De esta manera engañó al cuervo, haciéndole creer que era muy hermoso y que tenía más perfecciones de lo que era verdad.

Vos, señor conde Lucanor, pues veis que, aunque Dios os hizo merced en todo, ese hombre os quiere persuadir de que tenéis mucho más mérito y más poder, convenceos que lo hace para engañaros. Guardaos bien de él, que, haciéndolo, obraréis como hombre prudente.

Al conde agradó mucho lo que Patronio le dijo e hízolo así, y de esta manera evitó muchos daños. Como don Juan comprendió que este cuento era bueno, hízolo poner en este libro y escribió unos versos en que se expone abreviadamente su moraleja y que dicen así:

Quien te alaba lo que tú no tienes,
cuida que no te quite lo que tienes.


En este otro capitel de Sitges, se pueden apreciar dos escenas del relato, como si fueran dos imágenes de un cómic o dos fotogramas de una película. En un primer plano vemos el cuervo con el queso en el pico y la zorra a sus pies, en un segundo plano, a la izquierda, el cuervo ha soltado el queso para cantar y la zorra se ha apoderado de él. (La foto pertenece a Ferrán Pestaña).



Posteriormente, hay una versión en la literatura francesa de La Fontaine.  Nuestro fabulista Félix María de Samaniego, por su parte, adaptó este motivo versificándolo en heptasílabos con rima asonante en los versos pares, al modo de los romances,  en -eo,  de la siguiente forma:

En la rama de un árbol
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro
le dijo estas palabras,
a poco más o menos:
"Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo.
Yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de sus vastos imperios."
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso.
El muy astuto Zorro,
después de haberlo preso,
le dijo: Señor bobo,
pues sin otro alimento
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso."
Quien oye aduladores
nunca espere otro premio.


Un libro de Carlos García Gual, muy entrentenido y recomendable, repasa estas y otras muchas versiones de la fábula esópica hasta llegar a nuestros días. Se trata de "El zorro y el cuervo" publicado por Alianza Editorial con el número 1712 de la colección "El libro de bolsillo". Os lo recomiendo.

 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Emárpsamen





El director de cine italiano Federico Fellini, autor de muy memorables películas llenas de talento creativo y fantasía, nos brinda sus memorias de infancia en su entrañable Amarcord, cuyo título significa precisamente “mis recuerdos” en dialecto italiano. Os traigo aquí una escena que seguramente os arracará una sonrisa,en la que revive, entre otros, a su profesor de griego, un viejo y atildado dómine a la vieja usanza y, diríamos, de la vieja escuela,  que se empeña en que el angelical discípulo objeto de su pedagógica atención pronuncie correctamente un aoristo sigmático griego que se le atraganta. La criaturita, por más que lo intenta, no acierta nunca a pronunciarlo: e-már-p-sa-men.

Sí, ya sé que es difícil de hacerlo correctamente, y que hay que esmerarse mucho para salir airoso en el trance de la ejecución de esa “p” oclusiva labial sorda e intrusa  que nos obliga a cerrar los labios y cortar momentáneamente la salida del flujo de aire por la boca,para abrirlos a continuación emitiendo el sonido silbante de la sigma o ese griega, pero ahí está la gracia de la escena de la película del maestro Federico Fellini.


El viejo profesor de griego recita embelesado unos yambos del poeta Arquíloco, por cierto feísimos donde los haya, que os transcribo para los curiosos: heptà gàr necróon pesóntoon, hoùs emárpsamen posín, cheílioi fonéeés eimen. Vienen a significar algo así como “Pues de siete cadáveres tendidos, que alcanzamos a la carrera con los pies, mil somos los matadores”. Unos versos horrísonos y feísimos, ya digo, que el viejo profesor recita con fruición, deteniéndose en el “e-már-p-sa-men” de marras.

En ellos aparecen dos números: heptá (siete, como en hepta-sílabo,  heptá-gono o hepta-edro) y cheilioi (mil, que se transcribe kilo o, como preferimos algunos, quilo, como en kiló-metro o kilo-gramo). Aparece también el sustantivo necrós,  que significa cadáver (como en necró-filo, necró-polis, o necr-opsia)y el sustantivo posín, que es una forma de pus podós (pie, como en podó-logo o cefaló-podo). Seguimos hablando en griego, mal que nos pese.

Este "emárpsamen" es, por cierto, la primera persona del plural del aoristo de indicativo del verbo "márpto", que significa "dar alcance, alcanzar", y que se caracteriza, por delante, con el aumento: un alargamiento silábico de una é(psilon) que caracteriza a las formas del pretérito del indicativo,  tanto al imperfecto como al aoristo o indefinido; y por detrás, por la inclusión del morfema -sa-, típico del aoristo sigmático, y -men, propio de la primera persona del plural; por eso la forma emárpsamen significa "(nosotros) dimos alcance, alcanzamos".

Si para nosotros resulta difícil de pronunciar la forma emárpsamen, más lo resultaba para un griego la forma originaria e-márpt-sa-men, dado que la raíz del verbo era marpt-,  por lo que la tau acabó desapareciendo finalmente ante el silbido de la sigma. Por algo enunciamos la regla fonética del griego clásico: dental ante sigma desaparece.

Lo que intenta el carcamal del dómine es que su joven pupilo, que reconoce la belleza y la dificultad de la lengua griega, pronuncie correctamente la letra “psi”, que se lee “ps", explicándole con mucha paciencia cómo debe mover la lengua hacia los dientes y el aire hacia fuera para pronunciar ese difícil sonido, tan difícil que los españoles, por ejemplo, no decimos ordinariamente "psicólogo" o "psiquiatra" sino "sicólogo" y "siquiatra".

Pero el pupilo, después de haber pronunciado la “psi” correctamente le hace una sonora pedorreta al profesor que desencadena el hazmerreír de toda la clase en una no menos sonora carcajada, lo que irrita al maestro, y provoca nuestra benévola sonrisa.

sábado, 23 de marzo de 2013

La canción de Eco y de Narciso


Condenada por los dioses sin su linda voz,
Eco se esconde en la cueva con su dolor.
El corazón,  mudo,  sólo puede repetir
las últimas sílabas que acaba de oír.
Narciso el soberbio,  ¡por Dios,  qué guapo es!
Las ninfas se ofrecen ante su desinterés.  
Pasea en el bosque su melancolía.
Nada es suficiente,  su alma esta vacía.
Eco de lejos le espía y suspira: ¡Amor!
¿Cómo confesarlo sin tener su voz?
Un claro del bosque se abre para los dos.
La pálida ninfa se muestra toda candor.

¿Quién eres tú, niña loca?
Niña loca…  Niña loca…
Muero antes que darte un beso.
Darte un beso… Darte un beso…
Quiero estar solo en el río.
En el río... En el río…
¿No pensarás que te quiero?
Te quiero… Te quiero…
Te quiero…Te quiero…

Narciso recibe el castigo por ser tan cruel.
El agua nunca fue tan clara, ni tanta la sed.
Al ver su reflejo,  por fin descubrió el amor
y ahogado en si mismo se convierte en flor.
Eco de pena y locura se consumió.
Sólo quedó resonando sin fin su linda voz.

¿Quién eres tú,  niña loca?
Niña loca…  Niña loca…
Muero antes que darte un beso.
Darte un beso… Darte un beso…
Quiero estar solo en el río.
En el río... En el río…
¿No pensarás que te quiero?
Te quiero… Te quiero…
Te quiero…Te quiero…

Ahora tú dime:  ¿Qué demonios hago yo aquí?
¿Soy sólo tu espejo o me ves a mí?
¿Se me consiente algo más que repetir
cada palabra que deseas oír?
Tocas el agua,  se te hunde la nariz,
la imagen es vana, el llanto no tiene fin.

¿Quién eres tú,  niña loca?
Niña loca…Niña loca…
Contigo haré lo que quiera
Lo que quiera… Lo que quiera…
¿No ves qué triste es mi vida?
Es mi vida... Es mi vida...
Tú cargarás con mi pena
Con mi pena… Con mi pena…

¿Quién eres tú, niña loca?
Niña loca…  Niña loca…
Muero antes que darte un beso.
Darte un beso… Darte un beso…
Quiero estar solo en el río.
En el río... En el río…
¿No pensarás que te quiero?
Te quiero… Te quiero…
Te quiero…Te quiero…
Te quiero… Te quiero…
Te quiero…Te quiero…

He aquí una bonita balada de Christina Rosenvinge, de cuya música y letra es autora, que ilustra el mito de Eco y Narciso tal como nos lo ha transmitido Ovidio. En esta leyenda,  en la que se refleja la imposibilidad del amor, la ninfa Eco, rechazada por Narciso, se transforma en una descarnada resonancia que no puede decir nada que no haya sido dicho previamente, limitándose a hacerse eco de las últimas palabras que otros han pronunciado antes que ella, sin poder expresar sus propios sentimientos y pensamientos con sus palabras ni añadir nada de su propia cosecha. Y Narciso, por su parte, que había rechazado todas las proposiciones amorosas recibidas, sufrirá la maldición de un amante despechado. Narciso se enamorará de alguien que no le corresponderá y  padecerá el rechazo en sus propias carnes: acabará enamorándose de sí mismo y de su propia imagen reflejada en el fondo de una fuente cristalina, en la que se ahogará, transformándose en la flor que lleva su nombre. 


Imágenes de Alexandre Cabanel, Caravaggio, William Waterhouse y Salvador Dalí, en este orden, ilustran la canción de Christina que, de por sí sola,  suscita muchas sugerencias. Por mi parte, comento tan solo una de estas imágenes: La Metamorfosis de Narciso del genio surrealista de Salvador Dalí, un cuadro que, al parecer,  impresionó al propio Sigmund Freud, que formuló la teoría del narcisismo, basándose en el mito de Narciso.

Según el psicoanalista de Viena, el narcisismo es  un proceso en el que la libido del ser humano se dirige hacia uno mismo. Este amor a sí mismo,  inevitable en el desarrollo de la persona, se traduce en el autoerotismo, y precedería al amor hacia los otros. El niño supera el narcisismo cuando sustrae parte de su amor a sí mismo y lo dirige primero hacia los padres y después hacia los demás.

A la izquierda del óleo de Dalí, aparece la figura de Narciso,  cuyos contornos se reflejan en el agua, con la cabeza sobre sus rodillas doblándose, probablemente para morir. En la mitad derecha del cuadro, la imagen de Narciso se ha transformado en una mano que sostiene un huevo/bulbo del cual surgirá la flor del mismo nombre.



Pero escuchemos ya la bellísima canción en la estupenda voz de Christina Rosenvinge:



jueves, 21 de marzo de 2013

La canción de Chipre en Eurovisión


 

Chipre existe. Y no sólo existe sino que últimamente se habla mucho de este país, miembro de la Unión Europea, que se independizó de la Gran Bretaña en 1960, se configuró como república independiente y  fue invadido por los turcos en 1974 tras un golpe de estado apoyado por la junta militar griega de los coroneles contra el presidente  Makarios. A pesar de los numerosos esfuerzos por reunificarlo, la isla sigue dividida a día de hoy en dos comunidades: la turcochipriota y la grecochipriota. 

Chipre albergó grandes depósitos de cobre en la antigüedad, de donde le viene el nombre al país: el aes Cyprium era el mineral de Chipre, elaborado con cadmio,  o sea, el cobre, o dicho en latín, el cuprum, cuyo símbolo químico, por eso mismo, es CU. 

Chipre fue la cuna de Afrodita, la diosa del amor y de la belleza, donde se le rendía culto a esta Venus, a la que a menudo se denominaba Cipria y a la que Botticelli pintó saliendo de una concha en el mar como si fuera una perla resplandeciente. Los soplos del céfiro la empujaron hacia la costa de la isla, donde una Hora, la primavera, recubrió su desnudez con un manto de flores.



Chipre existe y es una isla enclavada en la cuenca oriental del mar Mediterráneo, al sur de Turquía, frente a la Siria y el Líbano. Su capital es Nicosia. El país cuenta con un millón corto de almas.

Chipre no sólo existe sino que  se presenta este año a Eurovisión, para reafirmar así su existencia televisual, si antes Frau Merkel no echa al país  por la insolvencia de su deuda económica del Euro y de Europa. Chipre se presenta al trasnochado palmarés de la canción con una balada romántica y melódica que se titula "Si me recuerdas", o "Si te acuerdas de mí"... Parece que quieren decirnos que cuando las barbas del vecino veas pelar, como vemos que quieren pelarles ahora los ahorros a los chipriotas, pon las tuyas a remojar...



El tema musical no es tradicional o folklórico de Chipre, pero, al menos, está cantado en griego, que es la lengua de la isla, junto con el turco y el inglés colonial. Esperemos que Chipre, si se clasifica y llega a la final, cante esta canción en griego y no en inglés o en español (que ya hay versión en nuestra lengua cantada por la propia Déspina, aunque bastante disparatada por lo que se refiere a la traducción de la letra). 

Es triste que este casposo festival de una zafiedad hortera y glamurosa, esta rancia pasarela de canciones que huelen a naftalina, en lugar de ser un espejo cultural de las distintias músicas y lenguas que se hablan y se cantan en Europa,  se haya convertido en un palmarés comercial de música ligera de ínfima calidad microvoceada en la lengua del Imperio, que no aporta gran cosa ni a la música ni a la cultura del viejo continente. Esperemos que Chipre llegue a la final y cante este tema en griego en la estupenda voz de  Déspina Olimpíu, aunque sólo sea para que nos acordemos de esta isla, para que no nos olvidemos de lo que está sufriendo, y de que lo que les pasa a ellos puede no sernos muy ajeno, por aquello de Terencio de que humanos somos, en el camino andamos y nada de lo humano ajeno nos es.

Así dice la letra en la lengua de Homero que seguimos hablando todos sin ser conscientes muchos -la mayoría de mocrática y analfabeta de la población- de que seguimos haciéndolo con divinas palabras:







Cuya traducción dice más o menos así: 

De lo que viví no me arrepiento nunca,
Por lo que amé no pido perdón,
Por todo lo que quiero elevo mi alma
Y por todo lo que me diste las gracias te doy.

Si me recuerdas, dime si voy a volverte a ver,
Esperándote estoy siempre a ti, aquí estaré.

Por todo lo que nos unió en un corazón a los dos,
Por todo lo que sentimos juntos, te echo de menos
Y subsistiré con tu más difícil adiós,
Con el más dulce “Te quiero” de todos los que me dijiste.

Si me recuerdas, dime si voy a volverte a ver,
Esperándote estoy siempre a ti, aquí estaré.

Si me recuerdas,
conviértete en una estrella luminosa
cuando cae la noche
para que te vea en el cielo

Si me recuerdas,
conviértete en una estrella
 para que te vea en el cielo.