El
refrán, que se cita un par de veces en la segunda parte del Quijote "Tanto
vales, cuanto tienes" (El
Quijote
II 43) y "Tanto
vales cuanto tienes y tanto tienes cuanto vales" (El
Quijote
II 20), se sigue usando hoy en día en castellano con la forma
“Tanto tienes, tanto vales”. Revela que, por lo general, la reputación de una persona está en función
de su cuenta corriente; a más riqueza, mayor y mejor reputación. Si la persona es
pobre, es un don Nadie, como si fuera responsable de su indigencia por
no haber sabido rentabilizar o, como se dice ahora, poner en valor su
talento, lo que en castellano más viejo se decía no haberse “dado a valer”.
Séneca,
el sabio cordobés, se hacía eco de esta opinión que ya tenían los
griegos en una de sus epístolas (115, 14), citando, sin especificar
nombres propios, versos de los trágicos, que traduce al
latín, y que así vierte al castellano Vicente López Soto: Sine
me uocari pessimum, ut diues uocer. Deja
que me llamen perverso, mientras se me llame rico.
An diues, omnes quaerimus, nemo, an bonus.
Todos
preguntamos si (es) rico; nadie si (es) bueno. Non
quare et unde, quid habeas, tantum rogant. Tan
sólo preguntan qué tienes, no por qué y de dónde. Vbique
tanti quisque, quantum habuit, fuit. Cada
uno en cualquier parte ha valido tanto cuanto ha tenido.
El proverbio hace fortuna
entre los satíricos latinos. No en vano la sátira es un género
literario esencialmente romano. Lucilio es uno de los primeros que
saca a relucir este dicho en latín (1120 M): tantum habeas,
tantum ipse sies tantique habearis: Tanto tienes, tanto tú
mismo eres y en tanto eres tú tenido y considerado. Se
identifica aquí el tener con el ser, y no ya con el valer. Como en
el refrán italiano: L'essere
sta nell'avere, que dice que el ser, la esencia, está en
el poseer, en su tarjeta de crédito y en
las propiedades que figuren a su nombre, no en lo que sea en su
fuero interno.
Ya entre los clásicos, también Horacio, en una de sus sátiras (I, 1, 62) recoge este pensamiento: nil satis est, inquit, quia tanti quantum habeas sis, que Moralejo traduce como: dice: “Nada es bastante; pues tanto tú tienes, tanto tú vales”
Ya entre los clásicos, también Horacio, en una de sus sátiras (I, 1, 62) recoge este pensamiento: nil satis est, inquit, quia tanti quantum habeas sis, que Moralejo traduce como: dice: “Nada es bastante; pues tanto tú tienes, tanto tú vales”
El refrán aparece en el
episodio de la cena del excéntrico Trimalción, en el Satiricón de
Petronio (Satiricón 77): credite mihi: assem habeas, assem
ualeas; habes, habeberis: Creedme: as que tengas, as que
valgas: por lo que tienes, serás tenido (serás reconocido).
Téngase en cuenta que el as es una moneda romana de poco valor. Díaz
y Díaz traduce tienes un duro, vales un duro. Pero me da la
sensación de que los mileniales que lean esto, si hay alguno que por casualidad se asome por aquí, no van
a saber que un duro eran cinco pesetas, y que la peseta era la moneda
española antes de la adopción del euro, por lo que una versión más
actual del dicho podría ser: Tienes un céntimo, vales un
céntimo. Se te medirá en función del dinero que poseas.
Tampoco se le pasa al
satírico Juvenal el proverbio en su tercera sátira quantum
quisque suā nummorum seruat in arcā / tantum habet et fīdei
(vv. 143,144) Así
traduce Bartolomé Segura Ramos: Conforme
a la cantidad de dinero que cada cual guarda en su caja / ése es el
crédito que posee. Y
así Manuel Balasch: La
confianza que se tiene en cada uno la miden los dineros que guarda en
su arca. La
consideración que tenemos sobre la gente está en proporción
directa de su riqueza; contrapone Juvenal el quantum
nummorum, la
cantidad de dinero que guarda en su cuenta corriente del banco, con el
tantum fīdei, con
la cualidad de la persona, es decir, con la confianza que inspira y
con el crédito que se le da, pues ambos significados “confianza”
y “crédito” asume la palabra fīdes en latín. El propio Juvenal en otra sátira, la decimocuarta (v.
207), insiste sobre la conveniencia de tener dinero, sin importar
mucho su procedencia o la moralidad a la hora de conseguirlo: unde
habeas quaerit nemo, sed oportet habere: nadie
investiga el origen de lo que tienes, pero conviene tener.
Probablemente
se trate de una cita cuyo origen desconocemos, dado que el propio
Juvenal dice que es una sentencia famosa “digna de los dioses y del
mismo Júpiter, de haber sido poeta”, que así traduce Manuel
Balasch: Nadie
te pedirá la procedencia, lo que importa es tener.
Apuleyo
en su Apología o
Discurso sobre la magia (23),
reprochándole a un tal Emiliano y a los que son de su misma calaña,
incultos y rústicos afirma: tanti re uera
estis quantum habetis: en realidad tanto
valéis cuanto poseéis.
Hasta
el obispo de Hipona, Agustín, entrando ya en la cristiandad, se hace
eco de este viejo dicho y se indigna de que el valor de un hombre se
mida por su dinero: quantum habebis tantus
eris (De
disciplina Christiana,
VIII, 9):
serás tan importante según lo que tengas.
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