miércoles, 28 de agosto de 2019

Del triunfo

La palabra “triumphus” ha triunfado, nunca mejor dicho, sobreviviendo en las lenguas romances a la ruina del latín, que más que una lengua “muerta”, como maliciosamente nos recuerdan algunos colegas de lenguas “vivas”, es una lengua sepultada. Los siguientes términos son algunos vestigios que atestigan la supervivencia del “triumphus” latino (en latín arcaico triumpus sin aspiración): castellano, gallego y portugués triunfo, catalán triomf, francés triomphe, italiano trionfo y rumano triumf; así como inglés triumph, y alemán por partida doble Triumph y Trumpf (en el juego). 

En Roma había una ceremonia del triunfo, que consistía en un desfile solemne que se le concedía a un general victorioso que, coronado de laurel, símbolo de la victoria, y vestido con la tunica palmata y la toga picta, subía al Capitolio en un carro tirado por cuatro caballos blancos, mientras la multitud prorrumpía en gritos jubilosos de io triumphe!, y los soldados que tomaban parte en el desfile entonaban cantos elogiosos o satíricos sobre su general. Probablemente, la misteriosa palabra que gritaban "triumphe" dio nombre a la propia ceremonia. De este significado concreto de “desfile militar solemne” se pasa a los genéricos abstractos de “triunfo” y “victoria”. 

Arco de triunfo de Tito (Roma)

Tradicionalmente se ha interpretado el triumphus latino, a falta de mejor genealogía, como un préstamo del θρíαμβος (thríambos) griego, pero fonéticamente es harto difícil demostrarlo si no es a través de un intermedio etrusco, y aun así no está muy clara la relación. En griego antiguo, θρίαμβος era un “himno que se cantaba en las bacanales en honor del dios Baco”, por lo que no resulta muy explicable cómo un término dionisíaco como éste habría llegado a ser un grito militar de exaltación triunfal de Marte, dios de la guerra. Es cierto que en griego moderno θρίαμβος signficia “triunfo”, “éxito”, y que en griego clásico se traducía el triumphus latino por θρίαμβος, pero esa equivalencia antigua que se dio pronto entre las dos palabras, no conllevaba una relación etimológica.   

Por todo ello, cabe la posibilidad de que el triumpus mejor que el triumphus no sea un préstamo griego adaptado malamente a la fonética latina, como se ha creído, sino el imperativo de un verbo *iumpere que significaría “saltar” precedido del prefijo numeral “tri”, tres veces, como propuso Richter. Tal verbo no está documentado por escrito en latín, pero sería hermano del ingles jump “saltar”, o de una variante suya *umpere, como propone García Calvo en su “Nueva interpretación del carmen arval”, que se publicó en la revista Emérita, vo. XXV (1957), páginas 387-448, y que no ha tenido mucha repercusión internacional por aquello de “Hispanicum est, non legitur”, y que ahora sus herederos de editorial Lucina han publicado en pdf y puede leerse aquí, que sería un desarrollo de la conocida raíz indoeuropea *up con infijo nasal, como en inglés up “arriba” con sus correlatos latino SVPER y griego ὑπέρ, y que podría relacionarse también con las formas expresivas castellanas (a)úpa, y aupar

Fragmento de la inscripción donde aparece el Carmen.


Según dicha interpretación, triumpe se traduciría por "brinca o salta tres veces", y sería el colofón de la danza guerrera ejecutada por la cofradía de los hermanos arvales que formaría parte del desfile de la victoria de los generales romanos. Es cierto que no tenemos en latín el verbo *triumpere, y sin embargo sí que tenemos triumpare, que habría venido a sustituirlo a la vez que se incluyó en el vocabulario el sustantivo triumpus: el paso de /p/ a /ph/, es decir la aspiración de la oclusiva labial sorda y posterior conversión en fricativa /f/, es bastante trivial, como demuestra el caso de sulpur/sulphur/sulfur, que es el viejo nombre del azufre. El griego κόλπος “seno de una persona”, pasó al latín colpus, y de ahí se aspiró a colphus, y de ahí al latín vulgar colfus, de donde nuestro golfo, para referirnos a una gran ensenada marina que se adentra en la tierra entre dos cabos y a la anchura del mar.



El Carmen Aruale o Cántico de los hermanos arvales es el documento escrito más antiguo de la lengua latina. Sus versos se repiten siempre tres veces, y tenemos la noticia de que su ejecución  se acompañaba de una danza de la cofradía: el tripudio que consistiría en tres pasos de baile. 

He aquí el texto original del Cántico según la interpetación de Agustín García Calvo, cuya letra cantó Chicho Sánchez Ferlosio a ritmo de rocanrol en su disco A contratiempo: E NOS, LASES, IOVATE / NE VELVE! RVE, MARMAR! SIN, SIN CVRRERE! INPLE ORIS! / SATVR FV! FER, E MARS! LIMEN SALI! STA, BERBER! / SE MVNI SAL! STERNE! I, ADVOCA! PET CONCTOS! / E NOS, MARMOR, IOVATO! / TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! 

Su traducción sería aproximadamente algo como esto: ¡Eh, ayudadnos, dioses Lares! ¡No des más vueltas! ¡Arrójate, Mármar! ¡Deja, déjanos correr! ¡Llena los oídos! ¡Vé y hártate! ¡Adelante, eh, Marte! ¡Salta el umbral! ¡En pie, Voceador! ¡Salta la muralla! ¡Derriba y arrasa! ¡Ea, llama a tu lado! ¡Lánzate a por todos juntos! ¡Eh, ayúdanos por siempre, Mármor! ¡Tres veces brinca, brinca, brinca, brinca, brinca!

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