domingo, 18 de agosto de 2019

Venus y Cupido, según Cranach el Viejo

En 1509 pintó Cranach el Viejo su primer lienzo sobre Venus y Cupido. En primer plano la diosa completamente desnuda apenas velada por una gasa trasparente; tras ella su hijo a punto de tensar el arco para disparar una de sus terribles flechas. Sabemos que esos dardos amorosos pueden ser más mortales que los del propio Apolo, como revela la historia de este dios y la ninfa Dafne. Venus, por lo tanto, apacigua a su hijo con un gesto de su mano derecha haciéndole bajar el arco, como si quisiera refrenar los deseos carnales. 

Hay un dístico elegíaco latino de hexámetro y pentámetro dactílico grabado en la parte superior, a modo de advertencia para que el espectador del cuadro no se entregue a una “caeca Venus” ciega pasión o amor loco, que reza: PELLE CVPIDINEOS TOTO CONAMINE LVXVS/ NE TVA POSSIDEAT PECTORA CECA VENVS. Lo que viene a decir:  Huye con toda tu fuerza de disipación de Cupido / para que en tu corázón no entre la ciega pasión. 

Venus y Cupido, Cranach el Viejo (1509)

El óleo de Cranach el Viejo adquiere así cierto carácter moralizante, como si quisiera moderar el alcance de la voluptuosidad y sensualidad que conllevaba el Renacimiento.

Varios años después Cranach sigue pintando Venus y Cupidos en muchas ocasiones pero introduce un curioso detalle: Cupido es picado por una abeja y se queja a su madre. Así, por ejemplo, pinta a Cupido quejándose a Venus, donde aparece por primera vez este motivo, que se repetirá al menos cuatro veces más. 

Amor quejándose a Venus, Cranach el Viejo (1526-7) 
¿A qué se debe este nuevo elemento introducido en sus composiciones? ¿A qué se debe la queja? Hemos de recurir a la literatura griega para comprenderlo. El motivo de Cupido lamentándose a Venus de las picaduras de las abejas nos lleva hasta el idilio XIX de Teócrito de Siracusa, a quien se le atribuye generalmente. 

Sería esta la composición más breve de este autor, formada por ocho hexámetros dactílicos escritos en dialecto griego dórico. El idilio es conocido bajo el título de Κηριοκλέπτης o lo que es lo mismo “El ladrón de miel” o "El robapanales" y narra la queja de Eros niño, equivalente al Cupido romano, que fue picado por una abeja cuando robaba un panal de miel, y reflexiona sobre cómo un insecto tan pequeño puede causar tanto dolor, lo que provoca la risa y la irónica reflexión de su madre Afrodita, la Venus latina, que cierra el poema. 


Son muchas las traducciones y versiones que ha tenido este idilio en la literatura europea a lo largo de los años. Ofrezco, en primer lugar, tras el texto original griego, una versión rítmica propia en hexámetros dactílicos, y en segundo lugar en hendecasílabos otra versión en forma de soneto, con lo que pretendo ilustrar de paso la diferencia entre una traducción literal, por supuesto en verso, y lo más fiel posible al ritmo original, y otra literaria, para la que me he basado en la versión que hizo D. Ignacio Montes de Oca, que convirtió el idilio te Teócrito en un soneto cabal castellano: El ladronzuelo de panales. Comenzamos primero por el texto original de Teócrito:

τὸν κλέπταν πότ᾽ ῎Ερωτα κακὰ κέντασε μέλισσα 
κηρίον ἐκ σίμβλων συλεύμενον, ἄκρα δὲ χειρῶν 
δάκτυλα πάνθ᾽ ὑπένυξεν. ὁ δ᾽ ἄλγεε καὶ χέρ᾽ ἐφύση
καὶ τὰν γᾶν ἐπάταξε καὶ ἅλατο, τᾷ δ᾽ ᾿Αφροδίτᾳ 
δεῖξεν τὰν ὀδύναν καὶ μέμφετο, ὅττί γε τυτθὸν 
θηρίον ἐστὶ μέλισσα καὶ ἁλίκα τραύματα ποιεῖ. 
χἁ μάτηρ γελάσασα: τί δ᾽; οὐκ ἴσος ἐσσὶ μελίσσαις;
ὡς τυτθὸς μὲν ἔφυς, τὰ δὲ τραύματα χἁλίκα ποιεῖς. 

A Eros ladrón una vez le picó una abeja rabiosa
cuando robaba la miel de un panal, y le hinchó de sus dedos 
todas las yemas. Y bien le dolía y soplaba sus manos
y pateaba la tierra y saltaba, y a madre Afrodita
fue a mostrar su dolor y a quejarse de que era la abeja
animalejo pequeño y menudas heridas hacía.
Riendo su madre: “Y tú ¿qué? ¿no eres igual que la abeja?
¡Qué chico llegas a ser, y qué grandes heridas provocas!” 

Picó una abeja a Amor, que ladronzuelo
robaba un día miel de sus panales.
Gritó Cupido, y quiso de sus males,
soplándose la mano, hallar consuelo.

Saltó; y batiendo con los pies el suelo
se refugió en los brazos maternales
de Venus: -Mira qué llagas fatales,
madre, me dejó un bicho pequeñuelo. 

-¿Por qué lloras así? ¿De qué te quejas, 
sonrió Venus, si tú con tus poderes
eres igual, mi Amor, que las abejas?

“Pequeñajo tú como ellas eres; 
y ¡qué heridas tan mortales dejas
con las agudas flechas con que hieres!”.

Hacia 1525-1530 Lucas Cranach pinta varias variaciones, valga la redundancia, de este motivo. Su lienzo Venus y Cupido ladrón de miel presenta una mujer desnuda con sonrisa socarrona y burlona, segura de sí misma y llena de audacia que ignora olímpicamente las quejas del pequeño Cupido. 

Venus y Cupido, el ladrón de miel, Cranach el Viejo (1530)

Cranach inscribe en la parte superior derecha del lienzo los cuatro versos latinos siguientes: DVM PVER ALVEOLO FVRATVR MELLA CVPIDO/ FVRANTI DIGITVM CVSPITE FIXIT APIS/ SIC ETIAM NOBIS BREVIS ET PERITVRA VOLVPTAS/ QVAM PETIMVS TRISTI MIXTA DOLORE NOCET. Lo que viene a ser algo así: Mientras robaba la miel a un panal el niño Cupido,/ con su aguijón le picó un dedo una abeja al ladrón./ Tal a nosotros también el placer que buscamos nos hiere/ breve y efímero que es de un pesaroso dolor. 

Viene a decirnos Cranach que ho hay miel sin veneno, ni rosa sin espinas, y que el placer del amor, dulce como la miel, no viene si no es de la mano del sufrimiento.

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