Suele citarse a menudo la
frase que le escribe Séneca a su amigo Lucilio en la carta número
28 de su amplia correspondencia: patria mea totus hic mundus est.
Apenas necesita traducción,
salvo quizá el adjetivo demostrativo “hic”, que quiere decir
“este, precisamente este mismo que señalo con el dedo”: mi
patria es todo este mundo, o este mundo entero. Sin
embargo no suele citarse la frase anterior, no poco significativa,
que dice: non sum
uni angulo natus: no
he nacido para un solo rincón. Es
importante resaltar la expresión uni
angulo que
no es un ablativo con valor locativo, como podría parecer a primera y simple
vista, ya que en ese caso tendría que ser uno
angulo,
sino un dativo (como revela la forma uni)
de finalidad.
Torre de Séneca en Córcega, Carl Hummel (1870)
Séneca,
el filósofo cordobés, recoge así el cosmopolitismo de Diógenes de
Sinope que, preguntado por su nacionalidad, respondió inventando un
neologismo κοσμοπολίτης, ciudadano del mundo, lo que
quería decir, de ninguna ciudad, de ninguna nación, de ningún
Estado, o, lo que es lo mismo, de cualquiera.
No
he nacido, pues, le viene a decir Séneca a su amigo para aferrarme a
un único lugar del mundo como si fuera un clavo ardiente, como si no
existieran otros lugares. Tampoco he nacido para echar raíces allí donde
casualmente vine al mundo como si fuera un vegetal. No he sido dado a luz
tampoco para identificarme con mi lugar de nacimiento, ni con ninguna
tierra patria, sino para, a buen entendedor pocas palabras, rebelarme
precisamente contra esa pretensión que quiere reducirme a la
condición de un producto de la sociedad de consumo con denominación
de origen controlada.
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