miércoles, 21 de noviembre de 2018

Quid bellicosus Cantaber...?

Qué trama el cántabro guerrillero y qué el 
escita que el mar de Adria alejó de aquí
deja de preguntarte, Hirpino 
 Quincio, y no tiembles ante la idea

 de vida que bien poco te pide, atrás
 quedan la tierna edad y su flor, a fuer 
de la árida vejez que amores 
 mata lascivos y el sueño fácil. 

 No siempre primavera en las flores hay 
 ni siempre brilla rubia en su misma faz
 la luna, ¿a qué fatigas tu alma 
 mínima que es con eternas cuitas? 

¿Por qué, tumbándonos bajo el alto aquel 
plátano o pino así, sin porqué, y loción
 de rosa echando a nuestras canas, 
mientras se puede, y con nardo sirio 

ungidos no bebemos? Disipa el dios 
del vino hambrientas penas. ¿Qué mozo va
 más pronto a rebajar las copas
 de arduo falerno con agua fresca? 

¿Quién va a sacar a Lide la meretriz 
fina de casa? Dile que venga aquí, 
 con lira de marfil, peinada 
a la espartana su lindo moño.

Quinto Horacio Flaco, Giacomo di Chirico (1800-1810)

El poeta Horacio dedica esta oda, escrita en estrofas alcaicas de cuatro versos de dos hendecasílabos, un eneasílabo y un decasílabo, a un tal amigo suyo Hirpinio Quincio, al que aconseja que no se preocupe por la actualidad del momento: ni por las guerras cántabras en occidente ni por los escitas del oriente, pues esas preocupaciones envenenan los goces presentes. La juventud y la belleza duran poco. 

Reaparecen aquí los temas clásicos horacianos de la brevedad de la vida y el carpe diem.  Frente a esas preocupaciones lo más aconsejable es entregarse a los goces del simposio a la sombra generosa de algún árbol -imagen del jardín de Epicuro-, pues Baco, que es el dios del vino, mata las penas. Y hay que hacerlo no sin la compañía de la música y la poesía, eso es lo que sugiere la imagen de la ebúrnea lira, y el amor mercenario de una cortesana griega. 

Quid bellicosus Cantaber et Scythes,
Hirpine Quinti, cogitet Hadria
diuisus obiecto, remittas
quaerere nec trepides in usum

poscentis aeui pauca: fugit retro
leuis iuuentas et decor arida
pellente lasciuos amores
canitie facilemque somnum.

non semper idem floribus est honor
uernis neque uno luna rubens nitet
uoltu: quid aeternis minorem
consiliis animum fatigas?

cur non sub alta uel platano uel hac
pinu iacentes sic temere et rosa
canos odorati capillos,
dum licet, Assyriaque nardo

potamus uncti? dissipat Euhius
curas edacis. quis puer ocius
restinguet ardentis Falerni
pocula praetereunte lympha?

quis deuium scortum eliciet domo
Lyden? eburna, dic age, cum lyra
maturet, in comptum Lacaenae
more comas religata nodum.



Una muy docta y curiosa traducción que consulto en prosa española debida a un tal padre Urbano Campos, titulada “Horacio español o poesías líricas de Q. Horacio Flaco”, fechada en 1834 en Barcelona, ofrece el siguiente epítome de la oda: No te rompas la cabeza, Hirpino, con impertienentes nuevas: ni te afanes con la vida, que con poco se contenta. Huye la edad florida: apresura el paso la seca y marchita vejez. Sirven casi a un tiempo de cuna y tumba a las flores sus capullos: padece sus crecientes y menguantes la luna. ¿Para qué pues te introduces en la eterna divina providencia? En esta amenidad bebamos ungidas las cabezas. Destierre el vino las molestias. ¿Quién aguará el Falerno?



En el texto latino y en el epítome castellano se ha suprimido la última estrofa que menciona a una prostituta llamada Lide por obvias razones de censura. El reverendo padre lo advierte en el prólogo: “Que falten las odas y versos obscenos de este poeta en esta traducción, nadie lo debe admirar por mi estado, por dirigirse especialmente al uso de la juventud, y por ser el idioma vulgar. A más que ya otros me abrieron tan cristiano camino. Cuando se encuentre algún asterisco al fin de alguna oda, es señal de que lo que falta es menos decente.”   

No le parecía seguramente muy decente al traductor -traduttore, traditore- la mención del amor mercenario de una cortesana griega, "no callejera", como traduce Moralejo el deuium scortum horaciano que otros interpretan como "perdida prostituta" (Alfonso Cuatrecasas) y "descarriada meretriz" (Vicente Cristóbal). 

Hay que advertir que el término neutro "scortum" que se traduce por ramera o prostituta, significa literal y despectivamente "pellejo", y que "prostituta" es literalmente la que se planta (statuo) delante (pro), la que se ofrece al cliente como mercancía. El carácter de hetaira griega, viene subrayado por su nombre Lide, por la mención de la lira de marfil y por el elegante peinado del cabello según la moda espartana.
 

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