Para el Día de la Felicidad: Resulta sarcástico que la ONU, que es la mayor organización política internacional de nuestro mundo, declare una fecha anual, el 20 de marzo, día internacional de la felicidad: international day of happiness, en la lengua del Imperio. Antes de ponerse a celebrarlo a bombo y platillo sin ningún criterio, habría que preguntarse Socratico more qué es la felicidad, no vaya a ser que festejemos sin ton ni son sabe Dios qué. ¿Qué es, en efecto, la felicidad de verdad, la verdadera felicidad, no la moto que nos venden, no esos numerosos sucedáneos que se compran en los centros comerciales, torpes simulacros?
Y, lanzada la pregunta al aire, deberíamos reconocer humildemente que "saber, nada sabemos", no sabemos qué es la felicidad, por lo que no podemos celebrarla alegremente sabiendo lo que estamos celebrando, como nos gustaría, pero, en cambio, sí intuimos que, sea lo que sea, choca visceralmente con la realidad del mundo que nos toca vivir. La felicidad es imposible precisamente porque es incompatible con la realidad. Son antitéticas, la una es negación de la otra y viceversa. Nosotros mismos, en cuanto seres reales que somos, valga la redundancia, no podemos ser felices, así de claro y sencillo, señores y señoras de la Organización de las Naciones Unidas.
De monarquías, oligarquías y democracias. Decía Plutarco que había tres regímenes políticos o formas de gobierno de los pueblos, que eran, a saber, la monarquía (μοναρχία), como entre los persas, la oligarquía (ὀλιγαρχία), como en Esparta, y la democracia (δημοκρατία), como se dio en Atenas, cuyas perversiones engendraban tiranías, dinastías y oclocracias respectivamente, coincidiendo grosso modo con la teoría política de Platón y Aristóteles.
Bien conocidas las degeneraciones de monarquías y oligarquías a lo largo de la historia, veamos qué es eso de la oclocracia, que es la perversión de la democracia, la forma de gobierno vigente hoy en casi todo el mundo bajo la atenta vigilancia imperial de los Estados Unidos de América y sus aliados.
¿Qué es el gobierno del oclos en el que degenera según Plutarco el demos? Oclos es el pueblo convertido en multitud, chusma, muchedumbre, plebe, mayoría o vulgo no carente de educación, sino maleducado, es decir, adoctrinado, prácticamente analfabeto a fuerza de alfabetización y manipulación mediática, porque hoy no se libra ni Dios de la Educación, que es obligatoria como antaño lo fue el servicio militar para los varones. Así pues, la oclocracia no es una enfermedad degenerativa de
la democracia, sino la realización de su esencia misma.
Yerra Plutarco también cuando añade que la democracia extrema engendra anarquía, equiparando esta última con la oclocracia, el desgobierno con el malgobierno, pues la anarquía, por definición, es la ausencia de gobierno sobre el pueblo, mientras que la oclocracia, como queda dicho, no deja de ser una forma de gobierno apoyada por el voto mayoritario de un número conforme y manipulado que se impone de modo totalitario a la totalidad de la población. Si el oclos es el pueblo convertido en electorado que delega su voto irresponsablemente en sus presuntos representantes, la democracia de verdad no engendraría anarquía, sería la auténtica anarquía, acracia o ausencia de un gobierno, que sería innecesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario