Un bonito poema griego de los primeros y no más conocidos que escribió Cavafis para celebrar la llegada de mayo, florido y hermoso, en versión original sobre una imagen que tiene como fondo Las Médulas, las minas de oro que explotaron los romanos en el Bierzo (León), y, en primer plano, las doradas flores de la retama y las aromáticas y moradas de la lavanda. La banda sonora, por así decirlo, de la foto es un silencio inmenso roto sólo por el canto monótono de los grillos, el croar de algunas ranas y el trino de los pajarillos.
Me alegra que se vaya
el invierno con sus nieblas, temporales y frío.
La primavera entra en mí, oh alegría verdadera.
La risa es como un rayo de sol, todo de oro puro,
no hay otro jardín como el del amor,
el calor de la canción derrite todas las nieves.
Qué agradable cuando la primavera
siembra de flores las verdes campiñas.
Pero si tienes el corazón herido es como si llegara el invierno.
La tristeza puede empañar el más brillante de los soles;
si estás apenado, Mayo parecerá Diciembre,
porque las lágrimas son tan frías como la nieve.
el invierno con sus nieblas, temporales y frío.
La primavera entra en mí, oh alegría verdadera.
La risa es como un rayo de sol, todo de oro puro,
no hay otro jardín como el del amor,
el calor de la canción derrite todas las nieves.
Qué agradable cuando la primavera
siembra de flores las verdes campiñas.
Pero si tienes el corazón herido es como si llegara el invierno.
La tristeza puede empañar el más brillante de los soles;
si estás apenado, Mayo parecerá Diciembre,
porque las lágrimas son tan frías como la nieve.
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