lunes, 28 de octubre de 2013

28 de octubre: Día del No



La política de Yoannis Metaxás, primer ministro griego bajo la monarquía de Jorge II, que mantuvo a Grecia fuera del alcance de la Segunda Guerra Mundial, se vio truncada en 1940 por la exigencia del dictador italiano Benito Mussolini de ocupar plazas estratégicas griegas.

Tal día como hoy, un 28 de octubre de 1940, Italia le da un ultimátum a Grecia: si no acepta las condiciones de Mussolini, Grecia será atacada. Cuando el enviado italiano presentó esta demanda, Metaxás le respondió secamente en francés, la lengua de la diplomacia internacional entonces: "Alors, c'est la guerre" (Entonces, iremos a  la guerra).

Según la leyenda popular, Yoannis Metaxás le dijo al enviado italiano escueta y lacónicamente: "Oji", lo que en griego quiere decir: ¡No! Unas horas más tarde, Italia invadía Grecia desde Albania, entonces protectorado suyo, y comenzaba así la contienda greco-italiana, de la que se hacen algún eco películas modernas como la espléndida Mediterráneo de Giuseppe Tornatore o La Mandolina del capitán Corelli de John Madden.  El pueblo griego salió a las calles, independientemente de su ideología política, a gritar como un solo hombre,  que No a la pretensión del dictador fascista.

Los griegos fueron capaces de organizar una buena defensa y una buena contraofensiva, obligando a las tropas italianas a retirarse a  Albania y  a ocupar gran parte del Epiro en el norte. Metaxás se fue a la tumba sin llegar a ver la posterior, fulminante e inesperada invasión alemana de Grecia, que se produjo en abril de 1941. El rey Jorge II, que había apoyado el régimen dictatorial de Metaxás, huyó a Egipto durante la ocupación alemana, regresando al finalizar la guerra en 1946 y reinando hasta su muerte al año siguiente. Le sucedió su hermano Pablo I, que es el padre de Sofía Margarita Victoria Federica, más conocida por estos lares como doña Sofía, la reina consorte de España tras casarse con Juan Carlos I,  y hermana de Constantino II, que sucedió a su padre y fue el último rey de Grecia, dado que en 1974 se estableció tras un referéndum la República hasta la actualidad de nuestros días.

Desde 1942 se celebra el día del No en Grecia y en Chipre. Este día se conmemora la celebrada negativa del gobierno y el pueblo griego con un gran desfile en la Plaza Sýntagma, frente al parlamento y la tumba del soldado desconocido, con trajes típicos, bailes y banderas patrióticas griegas: el color blanquiazul de la bandera  predomina por todas partes.

Bandera griega ondeando al viento en lo alto de la Acrópolis de Atenas.

La de hoy es una de las dos fiestas nacionales griegas; la otra es el 25 de marzo,  día de la independencia del Imperio Otomano.

El “Oji” que se celebra hoy en toda Grecia con gran solemnidad es el mismo "Oji" que el pueblo griego sigue diciendo por lo bajo y por lo alto a las imposiciones y demandas ahora de su propio gobierno "democrático". (¿Nos daremos cuenta alguna vez del oxímoron o, dicho en latín, para que se entienda mejor, de la gran contradictio in terminis,  que supone decir "gobierno democrático"?)  El problema es que ahora  no hay ningún Metaxás que le diga escueta y lacónicamente, con valentía, desde el Gobierno,  no a la Troika, sino todo lo contrario.


Os invito, para celebrar este día a nuestra manera, a solidarizarnos con el pueblo griego y a sobrevolar la Hélade viendo este documental de casi una hora de duración  y disfrutar de estas imágenes de Grecia desde el aire con música de uno de sus compositores más universales Vangelis, o sea, Vanyelis Papazanasíu, que tantas bandas sonoras inolvidables de películas ha creado, como Carros de Fuego, Blade Runner o Alejandro.



miércoles, 23 de octubre de 2013

Voces de Cavafis


 Voces ideales, voces amadas,
de aquellos que murieron, o de aquellos que están
para nosotros perdidos como muertos.

A veces en nuestros sueños hablan:
a veces en el pensamiento las escucha el cerebro.

Y con su sonido por un momento vuelven
sones de la primera poesía de nuestra vida -
como música, en la noche, lejana, que se extingue.

(Traducción de Ramón Irigoyen)

El cantante griego Yorgos Dalaras, una de las figuras más improtantes de la canción griega,  canta con su espléndida voz el poema Voces de Cavafis en Munich el 2 de febrero de este mismo año 2013. Stefan Vladar dirige la Orquesta de Cámara de Viena  y al coro de la Singakademie de la ciudad austriaca. La  música es del compositor griego  Alexandros Karozas, de su Proyecto Cavafis: un intento bastante notable de acercar los versos del poeta alejandrino a la música culta para hacer que suenen en nuestros oídos y así resuenen y se graben mejor en nuestra memoria.


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He elegido cinco palabras griegas significativas del poema de Cavafis para seguir algunas pistas de su rastro etimológico en nuestra lengua:

VOCES  (fonés, en el título del poema y en el primer verso): Si nos quedamos sin voz, estamos afónicos y recurrimos al foniatra o médico de la voz. El fonógrafo es un aparato que reproduce las vibraciones sonoras y que a veces se denominó también gramófono. La fonología es la ciencia que estudia  los fonemas o rasgos pertinentes e ideales de los sonidos, de los que se ocupa la fonética. Con el fonómetro medimos la voz,  con el micrófono la ampliamos y con el teléfono escuchamos la voz que se oye de lejos. Distinguimos la polifonía de un coro de la sinfonía o composición musical para orquesta.

SUEÑOS: (ónira en el cuarto verso). Hablamos del mundo onírico o de los sueños, y algunos hablan incluso de la oniromancia, que sería el arte de adivinar el porvenir por medio de la interpretación de los sueños, y aun de la oniroscopia u observación para su estudio de los sueños de un paciente en relación con su estado patológico. La lengua griega distingue desde antiguo dos sueños que la nuestra confunde: el sueño de soñar (el óniron propiamente dichos) y el sueño como acto de dormir (el ipnos, hypnos en griego clásico, de donde nuestro hipnótico, hipnotizar, hipnotismo). Así, por ejemplo cuando Goya, que era un ilustrado, escribe en uno de sus grabados El sueño de la razón produce monstruos, no sabemos si se refiere al mundo onírico de la razón, o, lo más probable, a nuestro estado hipnótico: cuando dormimos y nos abandonamos al sueño es cuando la razón baja la guardia y entonces nos invaden todos los miedos infundados, las supersticiones y falsas creencias.


SONIDO: (ijo, en el sexto verso y en el séptimo, esta vez en plural iji y traducido por sones). Es el viejo nombre de Eco lo que resuena aquí, la ninfa hija del aire y de la tierra que se enamoró de Narciso, un amor imposible y no correspondido, y que no podía hablar sino sólo repetir las últimas sílabas de las palabras que oía, a la que Juno convirtió en una roca. Su nombre se transcribió como Echo al latín porque en griego antiguo debía pronunciarse ejo. Una de las grandes diferencias entre la pronunciación antigua  y la moderna es que precisamente la letra eta, que correspondía a la e larga, y que se pronunciaba "e" como astestigua el latín,  ahora se pronuncia "i", fenómeno que se llama itacismo. Al perderse, por otro lado, la aspiración griega en latín, la palabra evolucionó a "eco" en castellano.  De este eco viene nuestra ecografía o exploración, según la Real Academia Española de la Lengua, del interior de un cuerpo mediante ondas electromagnéticas o acústicas, que registra las reflexiones o ecos producidas en su propagación por las discontinuidades internas. 

POESÍA: (píisi, en el séptimo verso donde se habla de la proti píisi, la primera poesía, de nuestra vida). Es curiosa esta palabra -"poiesis" en griego clásico-  que significaba cosa que se hace, creación, y que ha venido a resultar "poesía" al fin y al cabo. Lo mismo sucedió con el nombre del hacedor o creador "poietés", nuestro poeta, y con lo creado u obra resultante de su proceso creativo, "poiema", nuestro poema.

MÚSICA: (musiquí, en el último verso). Detrás de esta palabra griega que está en casi todas las lenguas modernas, están las musas, las hijas de Mnemósine o Memoria y de Zeus, que presiden las artes temporales, las que nos entran por los oídos. Las artes que nos entran por los ojos son las bellas artes: pintura, escultura y arquitectura, cuyas obras se atesoran en los museos, que llevan también el nombre en recuerdo de estas divinidades, pero las Musas presiden justamente las artes que nos entran por los oídos y no por la vista, las palabras y notas musicales que se lleva el viento y que por eso es preciso repetir una y otra vez para retenerlas en la memoria: la literatura, que en tiempos antiguos se oía antes que leía, es decir, no nacía muerta como letra escrita, sino viva como palabra que se lleva el viento, con sus variedades de lírica, épica y dramática (tragedia y comedia), por no hablar de la historia, de Clío, que fue relato legendario y prosaico antes que ciencia como pretende ser ahora, o de la oratoria, y la música propiamente dicha, con su acompañamiento de la danza. Y la música es, por excelencia, el arte temporal de las musas,  y de Apolo que las presidía, y de Orfeo, que podía hacer resucitar a los muertos con las notas de su lira.

El poema de Cavafis nos devuelve esas voces (fonés), amadas e ideales de los que murieron o de los que hemos perdido y están para nosotros muertos, que nos hablan algunas veces en sueños (ónira), y cuyo sonido (ijo, echo en griego clásico) nos devuelve los ecos de la primera poesía (píisi, poiesis en griego clásico)  de nuestra vida como música (musiquí),  como una melodía que se pierde a lo lejos en la noche: "como música, en la noche, lejana, que se extingue", verso perfecto que culmina un bellísimo poema de los primeros que compuso el poeta alejandrino.

domingo, 20 de octubre de 2013

Cavafis circulando por Atenas


Nueve versos de Cavafis caligrafiados en las letras mayúsculas correspondientes al alfabeto griego en el que fueron escritos por el poeta alejandrino y entresacados de ocho de sus poemas y por lo tanto descontextualizados recorren estos días Atenas en autobuses, trenes, tranvías,  y se exhiben en paneles de las estaciones del metro, utilizando todos los medios de transporte públicos de la capital griega, a la vista de atenienses y turistas que pululan estos días por la ciudad de Atenea.

Y es que este año 2013 se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Cavafis, el poeta que vino al mundo en Alejandría (Egipto), la ciudad que fundara Alejandro Magno en el delta del Nilo, un 29 de abril de 1863 y murió en la misma ciudad que lo vio nacer un 29 de abril, el día en el que cumplía 70 años, casualidades de la vida, de 1933.

No me parece mala idea, si sirviera para algo, el derroche de dinero que supone en plena crisis económica esta iniciativa "cultural", y si no fuera por lo devaludado que está este término de cultura, ese invento del gobierno, según Rafael Sánchez Ferlosio, bajo el que se justifica casi cualquier tropelía. El responsable de esta campaña no es el Gobierno griego mediante su ministerio correspondiente, sino el capital privado de la Fundación Onasis, que lleva el nombre del fallecido armador multimillonario Aristóteles Onasis.  No me parece mal si sirve para algo, digo y me refiero,  por ejemplo, para despertar el interés o la curiosidad por leer algunos de los versos y poemas de este espléndido poeta que escribió en la lengua de Homero en la primera mitad del siglo XX poemas tan imprescindibles como Ítaca, La ciudad o Esperando a los bárbaros, por citar sólo los tres títulos que me vienen ahora a bote pronto a la cabeza.

Estos son los nueve versos (o mejor, ocho versos y medio, como se verá más adelante) que circulan estos días por Atenas y ahora también por la WWW -World Wide Web- o, mejor dicho, RIU (acrónimo de Red  Informática Universal, que algunos prefieren llamar RUD, de Red Universal Digital). La impecable presentación de los versos es creación del grupo de diseñadores gráficos Beetroot, afincando en Salónica. Esperemos, sin mucha esperanza ni desespero, que sirvan para algo de lo que decíamos.



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"Haber llegado allí no es poca cosa / Allí donde has llegado no es poco" (Del poema El primer peldaño, to proto scalí en griego, en el que un joven poeta se lamenta de haber escrito un solo poema en dos años ante el consagrado Teócrito, que le consuela diciéndole que lo que ha hecho no es pequeña gloria, que ha dado el primer y más importante paso. El adjetivo poco se dice en griego "ligos", que nosotros conservamos en los helenismos oligarquía, oligofrénico... En cuanto al título del poema, no hace falta hablar de la trascendencia etimológica del adjetivo "protos": prototipo, protocolo, protagonista, protozoo...)

"...es peligrosa cosa la prisa" (Del poema En una gran colonia griega, 200 a. C. Este es el hemistiquio o medio verso al que me refería cuando decía que circulaban ocho versos y medio y no nueve por Atenas, porque el verso completo del poema es: "No nos apresuremos: es peligrosa cosa la prisa". Notemos la palabra "pragma" que traducimos por "cosa": es el origen de pragmático,  de práctico y del término que dignificaron los marxistas cuando decían que la filosofía debía dejarse de contemplaciones teóricas y pasar a la praxis para transformar el mundo. El autobús está circulando delante del parlamento griego, que se ve al fondo, atravesando la plaza Síndagma o de la Constitución).

  "Extraño (y extranjero)yo, muy extraño" (Del poema Mires, Alejandría 340 d. C., en la que el poeta  ante la muerte de un tal Mires, un cristiano, se siente, extraño, muy extraño. Y extranjero, diríamos también, porque la palabra griega "xenos" que emplea dos veces y que nosotros utilizamos en xenofobia tiene ambos significados. Cavafis dice: xénos egó, xénos polí. Y las palabras "egó" y "polí" resuenan entre nosotros en egoísmo y egocentrismo y egolatría. Así como el adverbio polí que utilizamos como prefijo productivo en tantos compuestos como polideportivo, polifacético o polinomio, por citar sólo algunos ejemplos. La fotografía está tomada en la estación de metro del Cerámico).

 "Hoy no tengo la cabeza para el trabajo". (Del poema Simeón, sobre la figura de Simeón el estilita, el cristiano que se subió a lo alto de una columna para estar más cerca de Dios y que tanto fascinara a Buñuel, escrito en 1907 pero no recopilado por Cavafis en la publicación de su obra. Destacan en el verso el adverbio "símera", que significa "hoy" y que es un compuesto de "iméra", que significa día, y que conservamos nosotros en hemeroteca  o lugar donde se guarda la prensa del día y en el segundo término del adjetivo efímero, que propiamente signirfica que dura sólo un día. La palabra cabeza se dice en griego "quefali", de donde vienen nuetros encefalogramas, cefalgias y cefalitis. En cuanto a la palabra "duliá" trabajo, hay que decir que en griego antiguo significaba esclavitud, con lo que la lengua griega viene a sugerirnos algo que ya sabíamos todos: que el moderno trabajo asalariado es, además de la maldición bíblica de Jehová tras la expulsión del jardín del Edén,   la prueba de que la esclavitud no ha sido abolida ni borrada de la faz de la tierra todavía).

 "Mi cuerpo a los placeres entregaré"(Del poema Peligroso, donde el poeta pone en boca de un estudiante sirio estas palabras que son una declaración de hedonismo epicúreo. Placer, por cierto, se dice  "idoní", de donde nos viene el hedonismo precisamente. Y el cuerpo se dice en griego "soma", de donde nuestro somatismo. El poema concluye diciendo que el joven voluptuoso encontrará en los momentos críticos otra vez, ascético, su espíritu.)


 "Vuelve muchas veces y tómame, sensación amada"(Del poema Vuelve, que en griego se dice "epéstrefe" (de donde, con cambio de vocalismo en la raíz del verbo, estrofa, y con diversos prefijos griegos catástrofe y anástrofe)   en el que aparece la palabra "éscisis" sensación, de la que surge el adjetivo "esciticós" sensible, que se relaciona con nuestra estética o sensibilidad y nuestra falta de sensibilidad o anestesia. Son muchas las palabras castellanas de origen griego acabadas en -sis, sufijo que denota acción verbal, como  análisis, apocalipsis, psicosis  o la tan traída y llevada crisis, de las que resulta un adjetivo acabado en -tico: analítico, apocalíptico, psicótico y crítico. El cartel se encuentra en la estación del metro de Panepistimio o Universidad).

"Y al fin y al cabo, mirad, salimos adelante." (Es el último verso del poema En una gran colonia griega, 200 a. C., donde se habla de la situación política que atraviesa  una colonia griega, que hace precisa una reforma política, pero no hay que apresurarse porque la prisa no es buena consejera e incluso es peligrosa, como dice otro verso del poema y otro de los ocho versos y medio viajeros cavafianos de esta campaña... Y al final de todo (panton, en griego, con la raíz de panteísmo y pantocrátor y pantomima, entre otros ilustres helenismos...)  parece que salimos adelante).

"Como puedas trabaja todavía, cerebro"(Del poema Un joven, del arte de la palabra, en su 24º cumpleaños, que habla de un joven que está enamorado pero aún no ha consumado su amor, y que "además está en paro y esto le afecta mucho", y  no hace otra cosa más que beber y fumar y deambular por los cafés todo el día... El poema se abre y se cierra con el mismo verso de arriba. Es como si el poeta se dijera y repitiera a sí mismo que debe seguir funcionando a pesar de todo, a lo que se refiere con el verbo "dulevo" que significa "trabajar, funcionar". En el título del poema aparecen tres palabras griegas de mucho abolengo: "neos" joven, de donde neologismo, por ejemplo,  "tejni" arte, de donde tecnología o técnica,  y "logos", que en griego antiguo significaba tanto lenguaje como pensamiento, palabra como idea, sin diferenciar una de otra cosa, de donde salen nuestras numerosas -logías y una de las más nobles, si no es la más noble de todas ellas, porque es la más desinteresada, la filología: el amor a las palabras.


 "Teme la grandeza, alma mía" (Del poema Idus de marzo, una clara referencia a la fecha en que fue asesinado Julio César, el 15 de marzo del año 44 a. de C. ). Tanto la palabra "grandeza" (megalia) como el verbo "temer" (fobame) como la palabra "alma" (psijí, que conservamos en castellano bajo la forma psique-) del verso de Cavafis nos traen numerosas resonancias etimológicas del griego que hablamos sin ser conscientes de ello, cuando decimos, por ejemplo, megalómano, o, más moderno, megabyte o las numerosas fobias que distinguen los psicólogos que se ocupan de la psique humana, nuestros modernos curas de almas.  

sábado, 19 de octubre de 2013

Muerte y apoteosis de Hércules

El centauro –ese ser híbrido, caballo mitad hombre o, según se mire, hombre mitad caballo- llamado Neso intentó violar a Deyanira, la esposa de Hércules, por lo que el héroe le dio la muerte de un certero flechazo. Pero Neso, antes de morir, le regaló a Deyanira una túnica envenenada con su propia sangre que le serviría,  llegado el caso, según le mintió, “para recuperar el amor del héroe si alguna vez lo perdía”. 

Cuando Hércules se enamoró de otra mujer, la jovencita Yole,  Deyanira, que ya no era precisamente joven y que no se  resignaba a la costumbre de su marido de tomar amantes, decidió utilizar el supuesto talismán amoroso de Neso como remedio para conservar el perdido afecto de su esposo, y recurrió a la túnica que había guardado celosamente. Nada más vestirla, Hércules fue abatido por unos dolores tan terribles que le hicieron enloquecer y  desear su propia muerte para dejar de sufrir. La túnica de Neso se adhería a su piel de forma que no podía desprenderse de ella sin arrancarse su propia carne.


Según la versión más extendida, subió al monte Eta y en su cumbre preparó una gran pira u hoguera fúnebre sobre la que se encaramó. Terminados los preparativos, ordenó a sus criados que le prendiesen fuego. Sólo el piadoso Filoctetes obedeció y ayudó al héroe a morir, en premio de lo cual recibió el regalo de su arco y sus flechas. Cuando la hoguera ya ardía, resonó un trueno, señal inequívoca del cielo, y el héroe fue arrebatado, produciéndose su milagrosa ascensión a los cielos. 

El héroe había sido salvado de las llamas por Júpiter,  que le subió al Olimpo y le concedió la apoteosis, es decir,  estar junto a los dioses y  gozar por lo tanto con ellos de la inmortalidad. No en vano Hércules era su hijo bienamado, el hijo de un dios y no de un dios cualquiera, sino del rey de los dioses y padre de los hombres, del dios supremo, y había sido concebido de una mujer, Alcmena. Nos encontramos ante una religión politeísta como era la grecorromana en vías de convertirse en una religión monoteísta, dado que uno de sus muchos dioses es jerárquicamente superior a todos los demás, y está abocado a convertirse en Alá, Yahvé o Dios mismo.

Dicen que Deyanira, cuando vio lo que había hecho, se suicidó ahorcándose,  o clavándose una espada en el propio lecho conyugal según otra versión. En lugar de recuperar el amor de Hércules, lo había perdido definitivamente, dando sin querer muerte al héroe con la túnica envenenada de Neso, una muerte que lo haría, paradójicamente, inmortal.


Según otra versión, torturado por la túnica impregnada de la sangre del centauro, el héroe se habría inflamado al exponerse a los rayos del sol, arrojándose enseguida a las aguas de un arroyo para apagar el fuego que lo consumía, donde habría perecido ahogado. Las aguas del riachuelo conservarían su calor, dando origen a las corrientes termales de las Termópilas en Grecia, escenario de la célebre batalla entre los trescientos espartanos y los innumerables persas del ejército de Jerjes. 

En ambas versiones de la leyenda de la muerte de Hércules interviene el fuego como elemento fundamental. El héroe se despoja gracias al fuego del cuerpo mortal que había heredado de su madre Alcmena, tal como Tetis había intentado purificar a Aquiles quemando la parte mortal del héroe que le venía en su caso de su padre Peleo. 

El fuego está considerado como un elemento purificador, que destruye aquello que nos destruye, es decir, nuestro cuerpo enfermo, viejo y abocado a la muerte. De alguna manera, la leyenda de la muerte de Hércules puede relacionarse con la muerte y resurrección del ave Fénix, que renacía de sus cenizas, y viene a justificar en el imaginario colectivo la ceremonia de la cremación o incineración en lugar de la del enterramiento.

En los tiempos más antiguos de Roma, era la incineración la práctica funeraria más usual, recogiéndose las cenizas de los fallecidos en urnas funerarias en forma de campana. En el siglo V a. de C, no obstante, se impuso el enterramiento o inhumación como la forma más utilizada de ritual fúnebre. A finales de la república y comienzos del imperio, sin embargo, volvía a practicarse otra vez la incineración, como en los tiempos más antiguos, aunque conviviendo con la inhumación. De hecho parece que las clases más acomodadas preferían la incineración al enterramiento. A comienzos del siglo II de la era cristiana, sin embargo, volverá a imponerse el enterramiento como consecuencia del cristianismo, cada vez más extendido por todo el imperio romano, dado que esta religión mantenía la creencia de la resurrección del cuerpo para lo que era necesario mantener su integridad no reduciéndolo a cenizas.

Según la filosofía estoica, la deflagración o ecpirosis -la raíz pyr significa "fuego" en griego, como vemos en pirómano, pirotécnico o antipirético- se produce al final de cada año cósmico y es una catástrofe que señala el fin de un ciclo vital y el comiendo de otro, en una especie de eterno retorno nietzscheano. No es, sin embargo, una catástrofe definitiva, sino necesaria para el renacimiento: un fin que se convierte en un principio, como el de la legendaria ave Fénix que renace de sus cenizas.
 
 Así pintó el maestro Zurbarán la muerte y apoteosis de Hércules en 1634 abrasado por la blanca túnica de Neso.