viernes, 29 de noviembre de 2013

Imperium Romanum (álbum fotográfico)



El austriaco Alfred Seiland (1952), profesor de Fotografía en la Academia de Arte de Stuttgart,  es uno de los fotógrafos contemporáneos más importantes de Europa. Durante muchos años se ha dedicado a visitar lugares de interés relacionados con el Imperio Romano, y a fotografiarlos, mostrando el contraste entre las ruinas antiguas  y la modernidad. 

Sus imágenes nos llevan a Siria, Jordania, Turquía, Israel, Francia e  Italia, en un viaje alrededor del Mar Mediterráneo,   y también a  Inglaterra, emplazamientos donde está atestiguada la presencia del águila romana, retratando a menudo lugares a los que los turistas no tienen fácil acceso. 

Destaca, según los expertos,  el uso que hace del color, muy similar al de un pintor, de forma que a veces nos planteamos ante sus imágenes si estamos en presencia de cuadros pintados al óleo y acuarelas o de fotografías.

Es autor del libro "Imperium Romanum, opus extractum", que recoge algunas de las imágenes de su ambicioso proyecto "Imperium Romanum".  

Portada del libro y ruinas de Palmira, actual Tadmor, en Siria (2011) 

 Ruinas de Gádara, actual Umm Qais, Jordania (2009)


Pont du Gard, Francia (2009)



Estudios cinematográficos de Cinecittà, Roma (2006)

 Estatua de héroe y ruinas de las termas del foro de Ostia Antigua, Italia (2012)

 Villa de Adriano en Tibur, Tívoli, Italia.

Templo de la Concordia, Selinunte, Sicilia, Italia.

Aesica Fort, granja de Great Chichester, Inglaterra (2009). 
Puede contemplarse al fondo de la imagen el famoso muro de Adriano.

 Templo de Júpiter Anxur, Terracina, Italia (2008)

Monte Nemrut, Turquía (2011)

Museo Arqueológico Nacional, Nápoles (2008)

Desierto judío y Masadá, Israel (2009)

Y como no podía faltar, también una imagen del anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo (2010):


martes, 26 de noviembre de 2013

Plan lector de 4º de ESO: 4.- Faetón el intrépido

Seguimos con el plan lector, y seguimos con los sonetos de Lope de Vega. Esta vez, uno dedicado al mito de Faetón (o Faetonte), bastante sencillo de leer y fácil para el comentario. Es el número 90 y dice así:

 
Salió Faetón (1)  y amaneció el Oriente
vertiendo flores, perlas y tesoro,
pasó por alto del mar indio al moro
turbado de su luz resplandeciente.

Las montañas de nubes, al poniente,
iban subiendo, y de la Libra al Toro,
cuando cayó, sembrando el carro de oro,
del Erídano (2) claro en la corriente.

Recibióle llorando la ribera,
de su temeridad castigo justo:
que tan alto subir, tan bajo para.

Pero mísero dél, ¿dónde cayera,
si con freno de fuerza, y no de gusto,
la voluntad de una mujer guiara?


(1) Faetón o Faetonte: Hijo del Sol o Helios, en griego, había sido criado por su madre en la ignorancia de quién era su padre, pero se lo reveló al llegar a la adolescencia. Entonces el muchacho rogó a su padre el Sol, identificado con Apolo, que le dejase conducir su carro. El Sol accedió de mala gana, haciéndole muchas recomendaciones. Faetonte siguió el camino trazado en la bóveda celeste, pero pronto tuvo un gran terror producido por el mal de altura. La visión de los animales del Zodíaco le asustó, y abandonó el camino trazado. Descendió demasiado, y por poco incendia la Tierra; volvió luego a subir, esta vez demasiado alto, por lo cual los astros se quejaron a Júpiter, o sea Zeus, y éste, para evitar una catástrofe mayor, lo fulminó precipitándolo en el río Erídano. Sus hermanas, las Helíades recogieron su cuerpo, le rindieron honras fúnebres y lo lloraron de tal modo que fueron transformadas en álamos a la orilla del río.  
(2) Erídano: Nombre de un río mítico, que generalmente se situaba en Occidente (el poniente por donde se pone el sol) y que se ha identificado con el Po en Italia o el Ródano en Francia, donde Faetón encontró la muerte.


 Caída de Faetón, de Van Eyck (1612-1668)

Podéis visitar esta otra página del blog para tener más información sobre la leyenda.  

 Helios, o sea el Sol, guiando su cuadriga o carro tirado por cuatro caballos. 

oOo

Comentario:  

En las tres primeras estrofas el poeta nos cuenta el mito: en el primer cuarteto, tenemos a Faetón conduciendo el carro del Sol; en el segundo cuarteto, después de subir muy alto, cae en la corriente del Erídano; en el primer terceto, nos cuenta el final de la historia, donde la ribera llora su muerte. ¿Qué crees que significa la pregunta que se hace el poeta en la última estrofa, donde da un giro inesperado?  Espero vuestras respuestas.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Un alejandrino

Muchas son las resonancias que el nombre del gran Alejandro puede traernos a la cabeza; una de ellas es una de las ciudades que fundó y que bautizó con su nombre, Alejandría en Egipto, la más importante de la antigüedad, a la orilla del Mediterráneo, en el delta del Nilo, célebre porque en el islote de Faro junto al puerto de la ciudad al que estaba unido por un puente  se alzaba una de las siete maravillas del mundo antiguo: la torre de Faro, un alto torreón que era una referencia imprescindible para la navegación, no sólo de día, sino principalmente de noche, dado que se encendía un fuego cuya luz se proyectaba con cristales reflectantes para orientar a los barcos en la oscuridad.

El faro de Alejandría no se conserva, pero la luz del nombre propio de la isla ha pervivido y brilla en las lenguas de nuestro entorno grecorromano como nombre común de todos los faros (en castellano e italiano faro, en catalán far, en portugués farol, en francés phare, en rumano farul y en griego moderno faros). No sucedió lo mismo en las lenguas germánicas: en alemán el faro se llama Leuchtturm ("torre de luz") y en inglés lighthouse ("casa de luz"). En castellano, además, del nombre del faro deriva también el farol y toda su prolífica familia de farolas, farolillos y faroleros, que son los que hacen alarde de farolería marcándose un farol o faroleándose.

Fotograma de la película Ágora (2009) de A. Amenábar, donde se ve la espalda de Hipatia de Alejandría, interpretada por Rachel Weisz,  y de fondo una simulación del famoso faro.

Otra de las reminiscencias del nombre de Alejandro es la de esta viñeta de Astérix:
 En ella, el druida Panorámix saluda a un egipcio y lo presenta al poblado como un alejandrino, pero la expresión tiene un doble sentido porque la frase que pronuncia el egipcio "Estoy, querido amigo, muy contento de verte" es un verso alejandrino de catorce sílabas, perfectamente dividido en dos hemistiquios de siete sílabas cada uno, es decir, en dos heptasílabos: "Es-toy-que-ri-doa-mi-go" y "muy-con-ten-to-de-ver-te".

¿Cómo es posible que un verso de arte mayor como este de catorce sílabas lleve el nombre de Alejandro? Muy sencillo: Su nombre proviene de un poema épico francés del siglo XII titulado Roman d´Alexandre, que narraba la vida y las gestas de Alejandro Magno, y que utilizaba por primera vez en la historia de la literatura este tipo de verso, que surgió en la lírica latina medieval por emparejamiento de dos hexasílabos con ritmo yámbico, es decir con acentos en las sílabas pares: 2ª, 4ª y 6ª.

Se puede considerar también que el alejandrino es una variante del verso antiguo de la tragedia clásica griega de Sófocles, por ejemplo, que es el trímetro yámbico, partido por la mitad contra la tradición clásica, que lo prohibía, lo que lo subdivide en dos hemistiquios de seis sílabas cada uno con marcas rítmicas en las sílabas pares, repitiendo por así decirlo el tictac del reloj seis veces: tic-tác tic-tác tic-tác // tic-tác tic-tác tic-tác.

(En principio, dicho sea entre paréntesis, las sílabas que marcan el ritmo entre nosotros son las sílabas tónicas, y las átonas las que no lo marcan pero el ritmo puede recaer en una sílaba átona y, al contrario también,  una sílaba tónica puede no marcarlo y caer a contratiempo, lo que lejos de estropear el verso, sirve para enriquecerlo y evitar la monotonía,  elementos con los que juegan consciente o inconscientemente los poetas).  

Si procedemos a contar las sílabas,  nos encontramos con que este verso tiene doce, es decir, es un dodecasílabo, pero en el cómputo español el final agudo de un verso hace que se cuente una sílaba más, por lo que el hexasílabo agudo ("Que-rí-doa-mí-goes-tóy") cuenta como heptasílabo llano ("Es-tóy-que-rí-doa-mí-go"). De hecho, su realización más normal en nuestra lengua, por la abundancia de palabras llanas, sería la siguiente: tic-tác tic-tác tic-tác(tic) // tic-tác tic-tác tic-tác(tic). Si contamos ahora las sílabas nos encontramos ya con dos heptasílabos, es decir, con un verso en total de catorce sílabas, como por ejemplo, este de Berceo: "Tú mucho te deleitas // en las nuestras pasiones".


Este verso fue cultivado en nuestra literatura castellana por el mester de clerecía. A partir del siglo XVI se convertirá el alejandrino en el verso por excelencia de la tragedia neoclásica francesa de un Corneille o un Racine,  renaciendo entre nosotros en el romanticismo por influencia francesa, otra vez, y alcanzando su madurez a finales del siglo XIX y comienzos del XX, con el modernismo y Rubén Darío, por ejemplo en el comienzo de su célebre Sonatina ("La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?") o en Machado ("Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla"). A lo largo de su historia, por lo tanto, el alejandrino ha sido utilizado en la poesía épica, en la dramática y en la lírica.

sábado, 2 de noviembre de 2013

El poco serio cementerio



El Cementerio Alegre (en rumano Cimitirul Vesel) es el camposanto de la aldea de Sapanta, en Rumanía, célebre por las cruces policromas talladas en madera de roble de sus tumbas con coloridas pinturas ingenuas y epitafios (inscripciones sobre las tumbas, del griego epi "sobre" y taphos "tumba") en verso que describen, de una manera original, poética y humorística a las personas que están enterradas allí, así como escenas de sus vidas o la circunstancia de sus muertes.


¿Por qué el nombre de “cementerio alegre”? Tal vez porque la muerte es aquí tratada con una explosión de colorido y sentido del humor poco vistos, no con el respeto reverente y luctuoso que la caracteriza en nuestra cultura, sin el aspecto tétrico y lúgubre de nuestros cementerios carpetovetónicos.

Este cementerio se ha convertido en una atracción turística desde que Stan Ioan Patras tallara la primera de estas cruces en 1935. Hoy pueden contemplarse unas 800, que representan a pastores, agricultores, actividades domésticas de hombres y mujeres, el soldado muerto en la guerra, músicos, borrachos, una niña atropellada por un camión,  y un largo etcétera.

Los epitafios, lejos de inspirar una melancólica reflexión sobre el fin o el sentido de la vida, son en ocasiones irreverentes composiciones satíricas que se burlan o del difunto o de la muerte misma. He aquí algunos ejemplos curiosos que extraigo de la Red: 

 “Arde en el infierno, maldito taxi que viniste de Sibiu. Con todo lo grande que es Rumanía… ¿No pudiste encontrar otro lugar donde pararte? ¿Tuvo que ser frente a mi casa, para matarme?”.
 “Aquí yace mi mujer,  fría como siempre”  
“Aquí yace mi marido, al fin rígido”.
“Aquí es donde yo descanso, moldavo, Gheorghe es mi nombre. He trabajado mucho con los caballos mientras estuve vivo y ahora vienen en un caballo a traer leña para la venta. Me hubiera gustado vivir más tiempo y no venir aquí, a la pudrición. Dejo este mundo a la edad de 59 años. “
“Y otra cosa que mucho me gustaba era sentarme al calor de una taberna acompañado de un vaso de vino y una mujer, siempre que fuera la de otro”.
“Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando”.
“Ya estás en el paraíso, y yo también”.
“Tanta paz encuentres como tranquilidad me dejas”

Uno de los más célebres es el de la suegra, que muestra la fotografía. El parecido de la lengua del texto con el castellano no es casual, como sabéis. Tanto el rumano como el castellano, aunque han recibido otras diversas influencias,  proceden de un tronco común que es el latín, lo que explica esta semejanza. No en vano el nombre del país (Romania) procede del nombre de Roma: 


Sub aceasta cruce grea
Zace biata soacra-mea
Trei zile de mai traia
Zaceam eu si cetea ea.

Bajo esta cruz que pesa
Yace mi pobre suegra,
Tres días de más si vivía
Yacía yo ... y ella leía (el epitafio).


(bajo: sub / cruz: crux, crucis / yace: iacet / mi: mea / suegra: socera / tres: tres / más: magis / de: de / yacía: iacevam / yo: ego / ella: illa / La forma aceasta puede compararse con nuestro castellano viejo "aquesta", y deriva de "eccum ista"; grea, que significa pesada, deriva del latín "grauis", origen de nuestro "grave").

A los más jóvenes no les sonará esta canción de Mecano "No es serio este cementerio", pero merece la pena que la conozcan, por lo original de su temática y el tratamiento que se da al tema de los muertos, muy similar al del Cementerio Alegre de Rumanía, por lo que puede ser la perfecta música de fondo o como si dijéramos la banda sonora de esta entrada: Y los muertos aquí lo pasamos muy bien, entre flores de colores.  Y los viernes y tal, si en la fosa no hay plan, nos vestimos y salimos para dar una vuelta sin pasar de la puerta...  eso sí, que los muertos aquí es donde tienen que estar,  y el cielo por mí se puede esperar.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Recortes (amputationes)

(eis: les / diximus: dijimos / hoc: que esto / bene: bien / operam suam: su función /
 non acturum esse: no iba a hacer, no desempeñaría
terribile est: es terrible / laborare: trabajar / cum amputationibus: con recortes)