viernes, 21 de diciembre de 2018

Casida por la pérdida de Sevilla

Debemos a don Juan Valera (1824-1905), el autor de Pepita Jiménez, algunas notables traducciones de lord Byron y del alemán Goethe, así como la deliciosa novela griega de Longo “Dafnis y Cloe”, lo que demuestra su conocimiento de las lenguas inglesa, alemana y griega clásica, así como de la latina, de la que nos tradujo los versos del Peruigilium Veneris: Cras amet qui numquam amauit / quique amauit, cras amet... Ame mañana el amador; mañana / ame quien nunca amores ha tenido...

Voy a centrarme, sin embargo, en la traducción en verso castellano que hizo del poeta andalusí Abu al Baqa Salah al Rondi, más conocido entre nosotros como Abulbeca de Ronda, que escribió en árabe una casida con motivo de la caída de las ciudades de Córdoba y Sevilla en poder del ejército invasor del rey Fernando III de Castilla en 1248, en la que lamentaba la pérdida de Al-Ándalus. 


La elegía del poeta rondeño fue vertida al castellano por Valera utilizando la copla castellana de pie quebrado que combina dos octosílabos y un tetrasílabo, con rimas 8a8b4c 8a8b4c, cuya lectura nos estremece por la reminiscencia elegíaca manriqueña a la muerte de su padre y su lamento por la brevedad y fugacidad que es caducidad de la vida y la renovación de la eterna pregunta: ubi sunt? He aquí un fragmento:
لـكل شـيءٍ إذا مـا تـم نقصانُ فـلا يُـغرُّ بـطيب العيش إنسانُ
هـي الأمـورُ كـما شاهدتها دُولٌ مَـن سَـرَّهُ زَمـنٌ ساءَتهُ أزمانُ 


Saqqaf le entrega las llaves de Sevilla a Fernando III (Francisco Pacheco, s. XVII).


"Cuanto sube hasta la cima / desciende pronto abatido / al profundo. / ¡Ay de aquél que en algo estima / el bien caduco y mentido / de este mundo! / En todo terreno ser / sólo permanece y dura /el mudar. / Lo que hoy es dicha o placer / será mañana amargura / y pesar...." 

Es una traducción magistral porque no sólo reproduce el contenido de la elegía de Abulbeca de Ronda en castellano, sino que le infunde música, ritmo y rima, que son esenciales a la poesía, ofreciéndonos algo que no podría lograr nunca un engendro de traductor automático como el de Google con inteligencia artificial, si es posible que haya inteligencia de esa índole, porque el lenguaje humano, sobre todo el literario y poético, no es sólo contenido, sino básicamente música, y los traductores automáticos no pueden trasladar un texto poético porque carecen de la sensibilidad necesaria y del arte combinatoria como para hacerlo en verso. Y que conste que don Juan Valera no tenía ni idea de la lengua arábiga, se basó en la traducción directa que hizo del árabe al alemán Adolf Friedrich von Schack, trasladando la versión alemana al castellano, pero poco importa.

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