¿Quieres mejorar tu futuro? Nos interroga desafiante el cartel de un anuncio publicitario y callejero que nos tutea con una pregunta retórica e insolente donde las haya.
Una objeción muy seria se le puede poner al cartel de marras que reproduzco más abajo: ¿Cómo diablos vamos a mejorar lo que por definición no tenemos todavía, lo que se caracteriza porque está por-venir, por llegar -y el porvenir nunca llega, como dice la paradoja- porque tal vez vendrá, llegará, será algún día -o no, ¿quién sabe?- pero, desde luego, ahora mismo no es, o no es más que la proyección fantasmal de un deseo o un temor o ambas cosas a la vez? ¿Quién no iba a querer mejorar, si fuera eso posible, que no lo es, su futuro?
Una objeción muy seria se le puede poner al cartel de marras que reproduzco más abajo: ¿Cómo diablos vamos a mejorar lo que por definición no tenemos todavía, lo que se caracteriza porque está por-venir, por llegar -y el porvenir nunca llega, como dice la paradoja- porque tal vez vendrá, llegará, será algún día -o no, ¿quién sabe?- pero, desde luego, ahora mismo no es, o no es más que la proyección fantasmal de un deseo o un temor o ambas cosas a la vez? ¿Quién no iba a querer mejorar, si fuera eso posible, que no lo es, su futuro?
Y lo que nos propone, después de captar nuestra atención, el cartel publicitario es que nos hagamos "técnicos en tanatoestética". ¿Qué es eso? ¿Chino? No: griego, hija mía. Ni más ni menos que griego clásico, o moderno, que básicamente es lo mismo. Seguimos hablando la lengua milenaria y viva de Homero casi tres mil años después de él y ya ni siquiera somos conscientes, analfabetos funcionales que somos gracias al sistema educativo, de ello.
Recurrimos a la lengua helénica en busca de vocablos bien sonantes -en realidad malsonantes, suenan mal por lo rimbombantes que son- que camuflen la crudeza de algunas expresiones: palabras abstrusas que escondan realidades no menos abstrusas. Prueba de ello es este neologismo o palabro nuevo de cuño griego que se han sacado ahora de la manga: tanatoestética. Como tantos otros, como tantas otras "palabras raras" con las que tropezamos a menudo y que se dedican a maquillar, cuando no a camuflar descaradametne, la realidad.
Tomemos un ejemplo: Oncología, verbigracia, es una de esas palabras que se refiere a una especialidad médica que se ocupa de... ¡Los "oncos"! ¿A qué llamamos "onco"? Pues ni más ni menos que al cáncer.
Si algo nos enseña el estudio de la lengua griega, es que seguimos hablándola aunque, ay, no seamos conscientes de ello, como tampoco somos muy conscientes de por qué lo hacemos. Parece que necesitamos edulcorar la realidad con la sacarina de los eufemismos -ahí tienes otra palabro griego vivito y coleando, otro neologismo, hija mía- para que no parezca lo que es, para que suene mejor.
Lo que nos propone este anuncio publicitario que estamos analizando es justamente que nos dediquemos a maquillar a los muertos (es decir, a nosotros mismos, por extensión, diríamos con algo de sarcástica sorna) para que no se vea que están, que estamos, tan muertos cuando nos miramos en el espejo narcisita de los demás, que es nuestro propio espejo.
Recurrimos a la lengua helénica en busca de vocablos bien sonantes -en realidad malsonantes, suenan mal por lo rimbombantes que son- que camuflen la crudeza de algunas expresiones: palabras abstrusas que escondan realidades no menos abstrusas. Prueba de ello es este neologismo o palabro nuevo de cuño griego que se han sacado ahora de la manga: tanatoestética. Como tantos otros, como tantas otras "palabras raras" con las que tropezamos a menudo y que se dedican a maquillar, cuando no a camuflar descaradametne, la realidad.
Tomemos un ejemplo: Oncología, verbigracia, es una de esas palabras que se refiere a una especialidad médica que se ocupa de... ¡Los "oncos"! ¿A qué llamamos "onco"? Pues ni más ni menos que al cáncer.
Si algo nos enseña el estudio de la lengua griega, es que seguimos hablándola aunque, ay, no seamos conscientes de ello, como tampoco somos muy conscientes de por qué lo hacemos. Parece que necesitamos edulcorar la realidad con la sacarina de los eufemismos -ahí tienes otra palabro griego vivito y coleando, otro neologismo, hija mía- para que no parezca lo que es, para que suene mejor.
Lo que nos propone este anuncio publicitario que estamos analizando es justamente que nos dediquemos a maquillar a los muertos (es decir, a nosotros mismos, por extensión, diríamos con algo de sarcástica sorna) para que no se vea que están, que estamos, tan muertos cuando nos miramos en el espejo narcisita de los demás, que es nuestro propio espejo.
En el anuncio nos dan la solución para mejorar nuestro futuro -en realidad, lo que quieren decir es nuestro "presente"-: hacernos técnicos en tanato-estética: ahí tienes tres palabras "raras" (o sea, griegas) seguidas que quitan el hipo: técnicos, tánato-, estética.
El resto, las que no son griegas pueden pasarnos más desapercibidas todavía que las griegas, porque son latinas, y porque parecen palabras patrimoniales nuestras, y nos suenan al oído como más normales; y lo son, en efecto, pero no porque sean nuestras, sino porque son latinas, ya que nosotros seguimos hablando, mal que nos pese, latín todavía (hoy es siempre todavía, Machado dixit): querer (quaerere), mejorar (meliorare), tu (tuus), futuro (futurus -a -um), hacer (facere), te (te), en (in), curso (cursus), desde (de ex de), graduado (gradus, gradatus), para (per ad), personal (persona), sanitario (sanitas), peluquera/os (pilus), etcétera (et cetera), reales (realis), con (cum), titulados (titulatus).
Analicemos estos palabros, estos helenismos, como se llaman técnicamente, del anuncio :
El resto, las que no son griegas pueden pasarnos más desapercibidas todavía que las griegas, porque son latinas, y porque parecen palabras patrimoniales nuestras, y nos suenan al oído como más normales; y lo son, en efecto, pero no porque sean nuestras, sino porque son latinas, ya que nosotros seguimos hablando, mal que nos pese, latín todavía (hoy es siempre todavía, Machado dixit): querer (quaerere), mejorar (meliorare), tu (tuus), futuro (futurus -a -um), hacer (facere), te (te), en (in), curso (cursus), desde (de ex de), graduado (gradus, gradatus), para (per ad), personal (persona), sanitario (sanitas), peluquera/os (pilus), etcétera (et cetera), reales (realis), con (cum), titulados (titulatus).
Analicemos estos palabros, estos helenismos, como se llaman técnicamente, del anuncio :
1.-TÉCNICO: Alguien que domina los procedimientos de una "techne", es decir, de una actividad generalmente manual y práctica, o de un arte. Se habla en política de TECNOCRACIA, que es el gobierno (-CRACIA) de la sociedad a cargo de los supuestos expertos en el arte de la gobernanza: los tecnócratas. Se habla también de TECNOLOGÍA y aún de nuevas tecnologías para referirnos al conjunto de los conocimientos propios de una ciencia, arte o actividad que se caracterizan cada vez más, hoy más que nunca, por su obsolescencia programada. Las nuevas tecnologías envejecen vertiginosamente. Al día siguiente de aparecidas ya son obsoletas. Lo que nos obliga a nosotros a quedarnos también obsoletos y a tener que reciclarnos y estar al día, o sea, a cambiar para seguir siendo iguales.
2.- TÁNATO-: Thánatos es el nombre griego, de género gramatical masculino como en alemán der Tod, de la Muerte. La referencia a la muerte con su nombre griego actúa como conjuro apotropaico. De ahí nos viene el nombre tambiéna apotropaico de TANATORIO para referirnos al depósito de cadáveres o morgue, con voz francesa, pero también el de EUTANASIA o buena muerte.
Se me ocurre ahora, y a la vista del caso, que podrían haber denominado a esta profesión "necroestética", dado que se trata del maquillaje de los cadáveres, que en griego se dice necrós, como cuando decimos necrópolis o necrófilo, pero han optado por mentar a la bicha, la Muerte misma, a la señora inmortal de la guadaña, para aludir así no sólo al cadáver, sino además a todo lo que rodea al muerto: la pompa fúnebre del funeral de antaño: ataúdes, flores, esquelas y un largo etcétera.
2.- TÁNATO-: Thánatos es el nombre griego, de género gramatical masculino como en alemán der Tod, de la Muerte. La referencia a la muerte con su nombre griego actúa como conjuro apotropaico. De ahí nos viene el nombre tambiéna apotropaico de TANATORIO para referirnos al depósito de cadáveres o morgue, con voz francesa, pero también el de EUTANASIA o buena muerte.
Se me ocurre ahora, y a la vista del caso, que podrían haber denominado a esta profesión "necroestética", dado que se trata del maquillaje de los cadáveres, que en griego se dice necrós, como cuando decimos necrópolis o necrófilo, pero han optado por mentar a la bicha, la Muerte misma, a la señora inmortal de la guadaña, para aludir así no sólo al cadáver, sino además a todo lo que rodea al muerto: la pompa fúnebre del funeral de antaño: ataúdes, flores, esquelas y un largo etcétera.
3.- ESTÉTICA: En griego "aisthetiké", adjetivo emparentado con el verbo "aisthánomai", que significa "sentir", que podríamos traducir por "sensible" y que sugiere que algo está relacionado con la sensibilidad y, por lo tanto, con la percepción a través de los sentidos de la belleza. Curiosamente, la negación de la estética en el sentido etimológico de "sensibilidad" es la "an-estesia", con el prefijo privativo an- que quiere decir no, o sea, la in-sensibilidad. (El prefijo negativo latino es in-, el anglosajón un-).
En el anuncio se nos vende un curso "teórico-práctico", que se considera "ideal". Seguimos hablando (y pensando) en griego.
4.- TEÓRICO: Adjetivo que deriva del verbo "theoreo" que significa "contemplar", por lo que alude a un conocimiento especulativo y contemplativo puramente racional independiente de toda aplicación efectiva. Una de las características de nuestro pensamiento "griego" es precisamente la contraposición dual "teoría/práctica" como una tajante dicotomía. Creemos que la teoría es ajena a la práctica, y viceversa, y no paramos mientes en que la teoría también es una actividad práctica, y la práctica o acción, por su parte, no deja de ser una teorización.
5.- PRÁCTICO: Adjetivo relacionado con el verbo "prásso/prátto" que significa "hacer", y derivado del sustantivo acción, que en griego se dice "práxis". El filósofo Karl Marx y sus seguidores marxistas insistieron en la importancia de que la filosofía, que había sido hasta entonces una actividad teórica, contemplativa, se convirtiera a partir de entonces en una "práxis", es decir, en una actividad pragmática, revolucionaria capaz de transformar la realidad.Y la realidad se transformó para seguir siendo la misma. (Ya lo dejó escrito Giuseppe Tomasi di Lampedusa: Es necesario que todo cambie para que todo siga igual).
Nótese el curioso neologismo que emplea el anuncio, con sufijo de agente masculino latino: tanato-pract-or.
6.- ESCOLAR: Se exige el título de graduado escolar. He aquí otra palabra griega: escuela, escolar. La ya vieja palabra scholé no significaba lo que quiere decir hoy en día, sino "ocio", lo que se contrapone al "trabajo", lo que se hace no por obligación sino por devoción y placer. Ir a la escuela era algo lúdico. De hecho, escuela en latín, se decía "ludus", es decir: la escuela se definía no por lo que era, sino por lo que no era: no era trabajo, no era un deber ni una obligación. Suponía librarse de la tutela de la familia siquiera temporalmente y de las actividades relacionadas con la casa: quien iba a la escuela se libraba de las faenas del campo o del trabajo infantil.Y, de paso, a la vez que se relacioanba con otros niños, aprendía a leer, a escribir, a contar... algo en definitiva.
7.- IDEAL: Una idea es, en griego, una visión. El adjetivo, ideal, se emplea aquí no en su sentido etimológico, de relativo a la percepción visual, sino en su connotación de "excelente, perfecto en su línea". Solemos contraponer en nuestro pensamiento occidental ideal a real, con una dicotomía muy parecida a la que denunciábamos antes de teoría y práctica. Pero la realidad está llena de ideas y las ideas no dejan de ser cosas, otro tipo de cosas, pero cosas al fin y al cabo (res, en latín). En cualquier caso, no podemos dejar de pensar en la teoría de las ideas de Platón. O en la expresión castellana "tener una idea" que sugiere que nos aferramos a una obsesión, cuando sería más propio decir que la idea obsesiva nos tiene a nosotros.
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