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viernes, 23 de mayo de 2014

Plinio, un poema de Primo Levi.



 No me entretengáis, amigos, dejadme zarpar.
No iré muy lejos; sólo hasta la otra orilla;
Quiero examinar de cerca esa nube sombría
Que surge sobre el Vesubio y tiene forma de pino,
Descubrir de dónde procede esta extraña claridad.
¿No quieres venir conmigo, sobrino? Bien, quédate y estudia;
Pásame a limpio los apuntes que te dejé ayer. 
No debéis temer la ceniza: ceniza sobre ceniza.
Ceniza somos nosotros mismos, ¿no recordáis a Epicuro?
Rápido, preparad la nave, pues se hace ya de noche,
Noche a media tarde, portento antes nunca visto.
No temas, hermana, soy precavido y tengo experiencia,
Los años que me han encorvado no han pasado en vano.
Volveré pronto, sí, dame sólo la oportunidad
De navegar, observar los fenómenos y regresar,
De modo que pueda mañana sacar un capítulo nuevo
Para mis libros, que espero todavía pervivan
Cuando por los siglos los átomos de este viejo cuerpo mío
Se arremolinen sueltos en los torbellinos del universo
O reencarnen en un águila, en una doncella, en una flor.
Marineros, obedeced, empujad la nave al mar.


Erupción del Vesubio con la muerte de Plinio, Pierre Henri de Valenciennes 1813

El geógrafo, historiador y naturalista latino Gayo Plinio Cecilio Segundo, más conocido como Plinio el Viejo, a quien dedica Primo Levi este poema escrito en 1978, recogido en su libro Ad ora incerta, murió en el año 79 de nuestra era, en el transcurso de la erupción dle Vesubio que destruyó Pompeya y Herculano, de la que fue testigo y víctima de su curiosidad científica al acercarse demasiado al volcán para estudiar in situ el fenómeno.

jueves, 15 de mayo de 2014

La niña de Pompeya, poema de Primo Levi



Ya que la angustia de cada uno es la nuestra,
revivimos aún la tuya, muchacha descarnada,
que te has aferrado convulsivamente a tu madre,
como si quisieras volver a entrar en ella
cuando el cielo al mediodía se volvió negro.
En vano, porque el aire envenenado
se filtró en tu busca por las ventanas cerradas
de tu casa tranquila de robustas paredes,
contenta ya por tu canto y por tu tímida sonrisa.
Han pasado los siglos, la ceniza se ha petrificado
para aprisionar para siempre esos delicados miembros.
Así permaneces entre nosotros, retorcido molde de yeso,
agonía sin término, terrible testimonio
de lo que les importa a los dioses nuestra estirpe orgullosa.
Pero nada nos queda de tu hermana lejana,
la muchacha de Holanda emparedada entre cuatro paredes
que también escribió su juventud sin mañana.
Su ceniza, muda, se dispersó en el viento,
su breve vida encerrada en un cuaderno arrugado.
Nada queda de la niña de la escuela de Hiroshima,
sombra grabada en el muro por la luz de mil soles,
víctima sacrificada en el altar del miedo.
Poderosos de la tierra dueños de nuevos venenos,
tristes guardianes secretos del trueno definitivo,
nos bastan con mucho las penas que el cielo nos manda.
Antes de que el dedo apriete el botón, deteneos y pensad.

Primo levi, 20 de noviembre de 1978.

El poema de Primo Levi compara la muerte de la niña de Pompeya, que se aferra a su madre,  con la de aquella otra niña judía Ana Frank, que podría ser, sin serlo, la misma niña, víctima del terror nazi, y con la de aquella otra niña de Hiroshima, víctima del bombardeo norteamericano en la Segunda Guerra Mundial, para acabar haciendo el ruego a los poderosos de la Tierra de que, antes de apretar el botón, se paren a pensar y consideren lo que están haciendo. 

Os dejo este vídeo con la versión original del poema en italiano recitado por unos colegiales.