miércoles, 28 de diciembre de 2011

La Eneida, una propuesta de lectura

Virgilio se inspiró en las epopeyas homéricas para crear su Eneida, que consta de doce libros, como sabéis. Recordad que un libro antiguo es un volumen, es decir, un rollo de papiro,  no todavía un códice de pergamino. Su extensión, por lo tanto, no es la de un libro moderno, sino más bien la de un capítulo largo de una novela moderna. En concreto los libros de la Eneida tienen una media de ochocientos versos latinos -eso sí, un poco largos, porque son hexámetros dactílicos-, pero vienen a leerse en una media hora o, como mucho, tres cuartos de hora cada uno.

Aquí tenéis dos tratamientos artísticos de un mismo tema relacionado con la Eneida: la huida de Eneas de Troya con su padre a hombros y su hijo de la mano: tres generaciones unidas: Anquises -la vejez, el abuelo, el pasado-, Eneas -la madurez, el padre, el presente, el héroe- , y Ascanio -el hijo, el futuro-.


El grupo escultórico es de Bernini, y el fresco de la capilla sixtina pertenece a Miguel Ángel.



 


Se admite comúnmente que en los seis primeros libros Virgilio imita la Odisea de Homero -los viajes de Eneas son un remedo de las aventuras de Odiseo-, mientras que los seis últimos se inspiran en la Ilíada y en las guerras que el héroe tuvo que librar en el Lacio hasta fundar la nueva Troya que, con el paso del tiempo, será Roma.  

Hemos elegido para leer en primero de Bachillerato los libros II, IV y VI, porque son, tal vez, los más significativos. El libro II trata de la caída de Troya. En él se narra el episodio del caballo de Troya y la muerte de Laoconte intentando salvar a sus dos hijos de las serpientes marinas que salen del mar y los devoran; se centra en el héroe y en el mundo de la guerra. 

El libro IV, por su parte,  es el más romántico de todos: narra los amores, desgraciados, de Dido y Eneas, que acaban con el suicidio de la reina de Cartago abandonada por el héroe llamado a designios más altos que los del amor, en cuyo tema se centra.



Y por último, hemos elegido el libro VI porque es el que aborda el tema de la muerte y el viaje al Más Allá, con toda la imaginería -la laguna Estigia, el barquero Caronte, el Cancerbero, los suplicios eternos de Tántalo, Sísifo, las Danaides... - que hará que en la Divina Comedia de Dante sea Virgilio el cicerone que acompañe al poeta italiano en su descenso a los infiernos. 

Nos hemos centrado, pues, en el héroe -libro II-, el amor -libro IV- y la muerte -libro VI-, pero sería conveniente leer toda la obra para tener una idea global de la epopeya.  Si esto no puede ser así por la premura del tiempo, y porque hay otras lecturas que también os reclaman, disponemos de estos dos estupendos vídeos -sería deseable que sus autores se animaran a sacar el tercero y último que complete la serie-,    que con unas ilustraciones en color bastante dignas acompañan las palabras que resumen esta obra inmortal de la literatura universal.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Hodie Christus natus est

Os dejo este precioso villancico en la no menos preciosa voz de la cantante irlandesa Eimear Quinn. El texto pertenece a la liturgia cristiana, tomado como está de una antífona del Magnificat de Vísperas del día de la Natividad de Nuestro Señor. 


No puede entenderse muy bien el desarrollo de la música occidental y euroepa del primer milenio de nuestra era sin la poderosa influencia de la liturgia de la iglesia católica, para la que el latín seguía siguendo la lengua oficial. Seguramente, hubo música popular, secular o profana, durante ese largo período de tiempo al margen de monasterios y catedrales, pero no nos ha quedado mucho de ella. Sin embargo  hemos heredado un riquísimo legado de cantos eclesiásticos como el que nos ocupa.

El texto en latín muy sencillo, en el que aparecen ya palabrass griegas como "Christus" -el ungido- "angeli" -los mensajeros- y "archangeli" -los superiores jerárquicos de los mensajeros- y hebreas como "aleluya", que quiere decir "alabad a Yahvé",  dice así: 

Hodie Christus natus est,
hodie Salvator apparuit,
hodie in terra canunt Angeli,
laetantur Archangeli,
hodie exsultant iusti
dicentes:
Gloria in excelsis Deo,
allelulia, alleluia.

Hoy  ha nacido Cristo,
hoy ha aparecido el Salvador,
hoy cantan en la tierra los Ángeles,
se regocijan los Arcángeles,
hoy saltan de alegría los que son justos
 proclamando:
Gloria a Dios en las alturas,
aleluya, aleluya.


El Mosaico de Pietro Cavallini (1250-1330) en el ábside de la iglesia romana de Santa María en Trastévere, perteneciente a la serie de escenas de la vida de la Virgen, alabada por su realismo y por su intento de reflejar la perspectiva,  se titula la Natividad, es decir, el nacimiento. 

De la evolución fonética, precisamente, de la palabra "nativitatem" procede nuestra entrañable "navidad", que celebramos ahora. Quisiera aprovechar la ocasión para recordaros, en primer lugar, que el nacimiento que se celebra no es sólo el del niño Jesús, que ni siquiera se sabe con certeza en qué época del año nació, pese al título del villancico, pues la Biblia no lo menciona en ninguna parte, sino el del Sol Invictus, divinidad solar que nacía con el solsticio del invierno y  coincidía con el nacimiento en un portal del dios Mitra, de origen asiático, cuyo culto se había extendido por todo el imperio romano; la fiesta cristiana de la Navidad se fijó el 25 de diciembre hacia el año 330, en tiempos de Constantino para significar que Cristo era el verdadero Sol Invictus o Sol Invencible que iluminaba el mundo y eclipsaba así, de paso, las fiestas paganas del solsticio del invierno, del mitraísmo y de las saturnales romanas.

Por estas mismas fechas, en efecto,  desde el 17 hasta el 24 de diciembre,  los romanos celebraban ya, antes del advenimiento del cristianismo, las fiestas paganas de las Saturnales. Eran las más importantes de todo el año. Para el poeta Catulo esta festividad  era el "optimus dierum", el mejor de los días.

Se celebraban en honor de Saturno, de ahí su nombre, y trataban de restaurar la Edad de Oro que se asocia a su reinado. Griegos y romanos no creían mucho o casi nada en el progreso, a diferencia de los modernos que albergamos siempre la esperanza en un mundo mejor, en una tierra prometida, en otra vida. Según ellos la humanidad vivía en la Edad de Hierro porque había degenerado, después de su exilio de la paradisíaca Edad de Oro que se catacterizaba, precisamente, porque no existía el oro en el sentido del "vil metal", es decir, no había dinero ni hacía falta para vivir. Durante estas fechas en que se pretendía restaurar la anárquica monarquía de Saturno "todo" estaba permitido.



Por eso los esclavos podía vestir un día al año el gorro frigio, que formaba parte del atuendo de los  libertos  en Grecia y Roma, y simbolizaba la libertad. Se convertiría al correr de los siglos en uno de los símbolos de la revolución francesa y de la república. Los esclavos podían, durante las saturnales, ser "libres".  En eso consistía la libertad de Diciembre, de la que habla Horacio: Durante un día al año los esclavos eran libres y  señores,  y sus señores se volvían esclavos y sus sirvientes.

Durante las saturnales, además, los romanos se hacían regalos, costumbre que hemos heredado nosotros y que hemos multiplicado y hecho prácticamente obligatoria por estas fechas, de lo que se aprovechan los comerciantes para vendernos toda clase de productos que no necesitamos. En fin, ¿para qué vamos a decir más? No hemos inventado nada nuevo. Así que sólo me queda aprovechar la ocasión para desearos, si sois creyentes,  una feliz  navidad,  o,  si no lo sois,  unas felices fiestas ¡saturnales!



viernes, 9 de diciembre de 2011

El mito de Europa

No sólo los antiguos creían en los mitos. También los modernos creemos en ellos, otros mitos pero mitos al fin y a la postre. El problema es que muchas veces nos pasa desapercibido el carácter mítico de nuestras propias creencias, de nuestras supercherías; tan nuestras que son y tan firmes y arraigadas como las tenemos, no somos capaces de verlas en primer lugar y de cuestionarlas mínimamente con sentido crítico en última y no menos importante instancia.  




















 Max Beckmann, El rapto de Europa, 1933

Un buen ejemplo puede ser el mito de Europa, de la que tanto se oye hablar últimamente. Para los antiguos, Europa era una princesa fenicia de la que se enamoró Zeus o Júpiter, que le decían los romanos,  cuando la vio jugando con sus amigas en la playa de Sidón, o de Tiro, según otras fuentes. El dios, enardecido de amor por la belleza de la muchacha,  se transformó en un toro de resplandeciente blancura y cuernos en forma de luna creciente -"media Luna los cuernos de su frente", que cantó Góngora-; y se tumbó  mansamente a los pies de la doncella. Ella, asustada al principio, cobró ánimo y acabó confiándose, acariciando al toro y sentándose sobre su lomo, momento en el que la bestia aprovechó para lanzarse al mar y llevársela consigo. 

La travesía, rumbo a Occidente, acabó en la isla de Creta, donde el dios -el "mentido robador de Europa"  según el verso gongorino que evoca al falso toro que la raptó- se une carnalmente a la virgen, y, como recompensa, otorga el nombre propio de la princesa a esa parte del mundo donde se había producido su unión: había nacido Europa.

 Así pintó Tiziano el rapto de Europa. 

El toro, cuya forma había adoptado Zeus se convirtió, posteriormente, según la leyenda, en una constelación que fue colocada entre los signos del zodíaco y que conserva, como cultismo, su antiguo nombre: tauro.

Así canta el poeta Horacio, en su Oda III, 27, versos 25-76 la historia en estrofas sáficas (tres endecasílabos al modo de Safo y un adonio, que es la continuación del tercero con un pentasílabo dactílico):






Tal Europa blanco el costal al falso
toro le confió, y ante el mar preñado
de alimañas palideció la osada
y entre peligros.

Ávida hace poco de flor en prados
y del ramo artífice grato a ninfas,
nada vio en la noche difusa, salvo
olas y estrellas.

            Y ella, cuando a Creta arribó, notable
            por cien villas, díjole: “Padre, oh nombre
de hija que he dejado y piedad vencida
                                               por mi arrebato,


            ¿desde dónde a dónde llegué? Es la muerte
            poco a error de virgen. ¿Lamento en vela
torpe acción, o búrlame de pecados
libre, la imagen
           
            vana, que al salir por la marfileña
            puerta trajo el sueño? ¿Mejor ha sido
ir por vastas mares o hacer de flores
frescas manojo?

            Si alguien hoy me diera al infame toro,
            enfadada yo intentaría herirlo
con el hierro y cuerna romper al monstruo     
antes bienquisto.

            Sin pudor dejé la paterna casa.
            Sin pudor retraso mi muerte. Oh, si uno
de los dioses me oye, que entre leones
yo ande desnuda,

            antes que una torpe vejez arrugue
            bellas mis mejillas y el jugo huya
de esta tierna presa, ser pasto hermosa
quiero de tigres.

            ¡Vil Europa, te urge tu padre ausente!
            ¿Qué, a morir esperas? De fresno puedes
tal colgar tu cuello con ceñidor que
bien te acompaña.
           
O si gustas para morir escollos
            y arduas rocas, ea, a borrasca date
ya veloz; si hilar la servil tarea,
sangre de reina,

            no prefieres, y a ama extranjera darte
            concubina.” Venus se hallaba al lado
de quejosa riéndose en falso, y su hijo,
su arco depuesto.

            Luego, habiendo mucho reído, dijo:
“Te abstendrás de iras y bruscas riñas,
cuando el toro que odias te dé sus cuernos
que quebrarías.

            Ser la esposa ignoras de Jove invicto;
            deja tu sollozo, a llorar aprende
bien tu gran fortuna: tendrá tu nombre
parte del mundo”.



 Fotografía de Madame Yevonde, Europa, 1935






En la oda de Horacio que hemos leído, Europa no ha sido totalmente abducida, sino seducida por el toro bravo, lo que explica sus sentimientos de culpabilidad, como si ella misma fuera responsable de haberse dejado arrastrar por la fuerza descomunal del amor en forma de poderosa y bravía res. 

Son muchos los pintores que han plasmado en sus lienzos el rapto de Europa en todos los tiempos, desde Tiziano, como hemos visto arriba, hasta Picasso, por ejemplo, o Botero entre los contemporáneos. Podéis comprobarlo de un modo muy sencillo escribiendo "rapto de Europa" en el buscador de imágenes de Google,  y  admirando la cantidad de tratamientos gráficos tanto antiguos como modernos que hay sobre el tema que nos ocupa.  

(Maarten de Vos, El rapto de Europa, 1590)

El simbolismo de esta princesa fenicia, por otra parte, está abierto a toda clase de sugerencias e interpretaciones: "ex Oriente lux" dice el proverbio latino, que significa que de Oriente nos viene la luz del sol, como vienen de Oriente los Reyes Magos, en la tradición cristiana, a adorar al recién nacido... Y de Fenicia, en concreto, tomaron los griegos algo tan importante y crucial para nuestra cultura como el alfabeto, que es el origen del abecedario latino que empleamos hoy casi universalmente.  Así que de Oriente nos vino, al menos, la escritura alfabética, y con ella el comienzo de la historia humana propiamente dicha.
 
(Valentin Serov, Europa, 1910)

Los mitos modernos, tales como el Progreso, Europa, la Democracia, los Mercados... y un larguísimo etcétera son mucho más prosaicos que los antiguos, como podéis comprobar, pero no menos poderosos y más dogmáticos, por lo que no es mal ejercicio des-miti-ficarlos, es decir, analizarlos, disolverlos como si de un análisis químico se tratara. Nos exigen no sólo la fe ciega de que creamos en ellos sin ponerlos nunca en tela de juicio, como antes hemos dicho, sino también  que hagamos algún sacrificio que otro en sus altares,  sacrificio que a veces consiste en nuestro propio holocausto.

 Rapto de Europa, Botero (1995)

"Somos conscientes de los sacrificios exigidos para fortalecer Europa", ha dicho recientemente un prohombre del Estado y político de las finanzas elegido democráticamente. Lo ha dicho en pleno siglo XXI de la era moderna. Ha querido decir que hay que fortalecer el dogma de un artículo de fe, un mito ("Europa"), que hay que darle credibilidad -ahora no dicen "fe", que suena a religión, sino "credibilidad", que es lo mismo pero parece más moderno y distinto porque,  frente a la monosilábica "fe",  la "credibilidad" tiene nada más y nada menos que cinco sílabas, lo que le da mucha más enjundia a la palabra. Hay que fortalecer a Europa, ha dicho,  aunque exija en sus aras y a tumba abierta  el sacrificio de todos los europeos.


En la moneda griega de dos euros figura hoy, qué paradoja, el rapto de Europa, dando a entender mucho más de lo que parece que representa. ¿No será acaso el toro bravo hoy en día una metamorfosis no ya del obsoleto Júpiter o del no menos rancio Zeus, sino del propio Euro, la "moneda única" que es la última epifanía del poderoso caballero Don Dinero (Quevedo dixit), o Das Kapital, que diría don Carlos Marx, el nuevo, único y moderno dios verdadero que rige los destinos no sólo de la llamada comunidad o unión europea,  que necesita estar constantemente fundándose y refundándose,  sino también del mundo mundial entero? 

Una muestra del humor genial de Forges abunda sobre el mismo tema, muestra el moderno "rapto" de Europa.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Un poco de humor


-No te está "copiando el look", se llama Zeus y, para colmo, está aquí desde antes que nosotros.

oOo


lunes, 5 de septiembre de 2011

Cántabros vs. romanos, romanos vs. cántabros

Un año más se ha celebrado en Los Corrales de Buelna el ya tradicional desfile que trata de conmemorar las guerras cántabras. Este año ha sido el domingo 4 de septiembre. Conviene recordar, por si hay alguien que no se ha enterado bien todavía, que las guerras cántabras se saldaron con la victoria de las legiones romanas sobre las tribus cántabras y con un proceso de romanización bastante más intenso que lo que hasta ahora se había pensado, por lo que estamos celebrando no una victoria sino una derrota militar desde el punto de vista de nuestra comunidad autónoma. 

Los cántabros que no murieron en combate fueron vendidos como esclavos. De su lengua, que nunca se escribió, no queda más que algún vestigio en la toponimia, pero ninguna palabra viva.  Ahora que se habla tanto de recuperar la memoria histórica, conviene que no nos olvidemos de exhumar lo que pasó por estos pagos hace dos milenios: la derrota militar, supuso una romanización muy intensa: se construyeron ciudades como Julióbriga, se trazaron calzadas que todavía atraviesan nuestra región, se construyeron lujosas villas cerca del mar, algunas con sus propias termas, se explotaron minas de hierro, como la de Cabárceno, y, gracias a la victoria romana hablamos y escribimos la lengua que ahora escribimos y hablamos.

Os dejo algunas fotos de lo impresionante que fue el desfile de este año, un desfile que cada vez gana más colorido y espectacularidad.  La fiesta está ya reconocida de especial interés turístico.

(La calidad de las imágenes no es muy buena, porque están tomadas con un teléfono móvil, pero dan idea de lo que ha sido el desfile que completó el desembarco de la flota romana celebrado la semana pasada en Santander. Puedes verlas ampliadas apretando el ratón sobre ellas).

miércoles, 17 de agosto de 2011

¿A qué suena Shakespeare?

Shakespeare es un gran poeta, y eso, que lo saben muy bien los ingleses y lo reconoce todo el mundo, corremos el peligro de olvidarlo nosotros si no lo leemos en inglés y sí en traducciones castellanas en prosa, porque es como si sólo nos llegara de esa forma el contenido,  la letra, diríamos, de la canción,  y nos olvidáramos del ritmo y de la música, que es esencial a la poesía.



Como poeta, utiliza el verso decasílabo yámbico, el verso preferido de la poesía inglesa, que por su final agudo se convierte en endecasílabo yámbico castellano, ya que se cuenta una sílaba más en el cómputo. El ritmo yámbico es el del tictac del reloj. Un ejemplo de Shakespeare, tomado del poema El rapto de Lucrecia, del que habábamos el otro día, puede ser:

“against the golden splendour of the sun”

Que se deja traducir muy bien, imitando el metro y su ritmo, literalmente así:

“contra el dorado resplandor del sol”

Pero hay que tener en cuenta que el cómputo silábico medio de las palabras españolas es bastante más largo que el de las inglesas, por lo general monosilábicas o bisílabas, por lo que sería prácticamente imposible hacer una versión fiel del inglés de Shakespeare en verso endecasílabo castellano. Ha sido posible en el ejemplo de arriba, pero es la excepción que confirma la regla.

Para solventar esta dificultad, los traductores que quieren conservar el verso -metro y ritmo- en su traducción y no quieren recurrir a la socorrida prosa para hacer una versión de un poeta o al llamado “verso libre”, que es prosa disimulada en renglones truncados,  tienen que ingeniárselas recurriendo a un tipo de verso más largo. Algunos han echado mano del alejandrino o verso de catorce sílabas, dividido en dos hemistiquios de siete cada uno.

Otros han optado por otra vía. Agustín García Calvo, que recibió el premio nacional de traducción por el conjunto de su obra en el año 2006,  por ejemplo,  tradujo los Sonetos de Shakespeare y se decantó por el trisdecasílabo yámbico, un verso de trece sílabas, tres más que el que usa Shakespeare, que conserva el ritmo yámbico del original, y que permite traducir el inglés y guardar la rima. 

Si tomamos una estrofa de El rapto de Lucrecia, una Rima Real (Royal Rhyme), que antes del cisne de Avon cultivó Geoffrey Chaucer (1340-1400) y que por ello se conoce también como estrofa chauceriana, que consta de siete decasílabos yámbicos con rima consonante, distribuidos generalmente ABABBCC, se nota en seguida que para traducir la letra, el contenido, necesitamos un verso un poco más largo, que nos permita asimismo conservar la rima y el ritmo yámbico:

“My honour I´ll bequeath unto the knife
That wounds my body so dishonoured.
‘Tis honour to deprive dishonoured life;
The one will live, the other being dead.
So of shame’s ashes shall my fame be bred;
For in my death I murder shameful scorn.
My shame so dead, mine honour is new born”.


 Esta podría ser una versión rítmica de la estrofa de arriba:

"Mi honor lo legaré al puñal, que a mí la herida
Del cuerpo tan envilecido deje abierta;
Honra es privarse de una deshonrada vida;
El uno vivirá, yaciendo la otra muerta.
Se hará de ascuas de infamia así mi fama cierta;
Pues con mi muerte mato la inmoral deshonra,
Muriendo así mi deshonor, renace mi honra."




lunes, 25 de julio de 2011

La violación de Lucrecia


Son muchas las obras de William Shakespeare que se han inspirado en pasajes de la historia romana: Tito Andrónico, Julio César, Antonio y Cleopatra, Coriolano, o La violación de Lucrecia, un poema narrativo que versa sobre un hecho mitad histórico mitad legendario en el que los romanos cifraban el fin de la monarquía y el comienzo de la república. 

Sexto Tarquinio, el hijo del que será el último de los siete reyes de Roma, se presenta en la ciudad y pierde el sentido ante la belleza de la esposa de su amigo Colatino, la casta Lucrecia, deslumbrado por la "voluptuosa castidad y la casta voluptuosidad" de la mujer,  que lo recibe hospitalariamente. Tarquinio, al día siguiente se introduce furtivamente en el dormitorio de Lucrecia por la noche, espada en mano.  Lucrecia, que estaba dormida, se despierta y le implora; Tarquinio la acosa con terribles amenazas y, finalmente,  la viola. 

 

Lucrecia hace venir a su esposo Colatino y a su padre, y les exige venganza. Cuando llegan ellos, Lucrecia se suicida. No podía vivir una vez perdido su honor, de lo que no se sentía culpable pero sí merecedora de castigo, por lo que se clava un cuchillo en el pecho.  Se produce una disputa entre Colatino y el padre de Lucrecia. Interviene finalmente Bruto, compañero de Colatino, que sacando el cuchillo del pecho de Lucrecia, lo levanta al cielo jurando que expulsará de Roma a la impía familia de los Tarquinios. En el año 509 antes de Cristo, fue, efectivamente, expulsado de Roma Tarquinio el Soberbio y toda su familia,  proclamándose la república, que habría de durar quinientos años todavía.

Tanto la violación como el posterior suicidio de Lucrecia han sido temas  a los que han recurrido numerosísimas veces los pintores de diferentes épocas, desde que Tito Livio nos narrara magistralmente en su Ab urbe condita la historia de esta heroína, una mujer que aunque no se sentía culpable, sí se creía merecedora de castigo. Arriba, un ejemplo de Lucas Cranach el viejo (1532). 

sábado, 2 de julio de 2011

Plaza Sýntagma

Últimamente suena mucho en la televisión y en la radio y se lee también en los periódicos el nombre de esta céntrica plaza de la capital griega, donde  se encuentra el parlamento. ¿Qué pasa allí para que se hable tanto de ella?  En ella, tomada literalmente por la policía, se manifiestan los indignados atenienses en contra de las medidas adoptadas por el gobierno heleno y refrendadas por dicho parlamento, un parlamento que debería representar, se supone, la voluntad popular y que representa más bien lo que por estos pagos nuestros se ha llamado la "lógica (sic) de los mercados". Nunca ha habido un divorcio tan  grande entre el pueblo y sus supuestos representantes, unos políticos que, más que políticos, son economistas, hasta tal punto se han confundido el Estado y el Capital.

¿Quiere decir algo "sýntagma" en griego? En efecto, la palabra nos suena muy culta, muy técnica pero, aunque sea un helenismo, no nos suena extraña. "Sýntagma" es el resultado de la acción de "syntasso" o "syntatto",  que significa "constituir"; por lo tanto quiere decir "constitución". La plaza de la que tanto hablan es la Plaza de la Constitución. 


En gramática usamos este término cuando hablamos de grupos "sintagmáticos",  es decir,  constitutivos de una frase; sintagmas son las palabras o agrupamientos de palabras que tienen una misma función y que analizamos, descomponemos, separando sus elementos constituyentes,  cuando practicamos el análisis sintáctico, precisamente. La sintaxis se ocupa del estudio de los sintagmas.

Volviendo a la actualidad griega, de la que tanto se habla estos días,  mientras los políticos votan que sí a las imposiciones de los mercados, dos manifestantes  frente al parlamento y a la policía que lo custodia,  muestran una pancarta que expresa la voluntad popular,  y que dice, en la lengua de Homero: "óji", o sea, ¡No!


domingo, 1 de mayo de 2011

Buen y mal tiempo



Un bonito poema griego de los primeros y no más conocidos que escribió Cavafis para celebrar la llegada de mayo, florido y hermoso, en versión original sobre una imagen que tiene como fondo Las Médulas, las minas de oro que explotaron los romanos en el Bierzo (León), y, en primer plano, las doradas flores de la retama y las aromáticas y moradas de la lavanda. La banda sonora, por así decirlo, de la foto es un silencio inmenso roto sólo por el canto monótono de los grillos, el croar de algunas ranas y el trino de los pajarillos.




Me alegra que se vaya
el invierno con sus nieblas, temporales y frío.
La primavera entra en mí, oh alegría verdadera.
La risa es como un rayo de sol, todo de oro puro,
no hay otro jardín como el del amor,
el calor de la canción derrite todas las nieves.

Qué agradable cuando la primavera
siembra de flores las verdes campiñas.
Pero si tienes el corazón herido es como si llegara el invierno.
La tristeza puede empañar el más brillante de los soles;
si estás apenado, Mayo parecerá Diciembre,
porque las lágrimas son tan frías como la nieve.

Constantino Cavafis (1893)
(Traducción de José María Álvarez)




jueves, 21 de abril de 2011

El Cíclope y Posidón

(Odiseo/Ulises clavándole la estaca en su único ojo al cíclope Polifemo después de haberlo emborrachado. Detalle de un ánfora ateniense del año 650 a. de C. aproximadamente).

El otro día sacábamos el texto latino que se propuso para análisis y traducción en el X Certamen de Traducción de Latín y Griego que se celebró en Santander, así que hoy toca el texto griego al que tuvieron que enfrentarse también Alba, Amparo y Ángela durante una hora y media. Era un fragmento de Luciano, de su obra "Diálogos marinos", una conversación entre Posidón, el dios del mar, y su hijo el cíclope Polifemo, que había sido dejado ciego y burlado por Odiseo/Ulises. Cuando el cíclope, ya ciego, le preguntó su nombre, el héroe homérico le respondió que se llamaba Nadie.


La traducción de Luciano viene a ser algo así:

Posidón: - Y ¿quién era el que se atrevió a eso, Polifemo?


Cíclope: -Al principio se llamaba a sí mismo Nadie; pero cuando huyó y estaba fuera de mi alcance, dijo llamarse Odiseo.

Posidón: -Sé al que te refieres, al de Ítaca; y volvía navegando de Ilión. Pero ¿cómo hizo eso, no siendo en verdad muy valiente?

Cíclope: - Encontré en mi cueva a unos cuantos hombres después de volver del pastoreo (...) Entonces él, ya fuera Nadie, ya Odiseo, me ofrece una droga, dulce y de buen olor.

(Posidón o Poseidón, dios de los mares, al que se le representa con un tridente que era el instrumento de los pescadores griegos de atunes. Es el padre de Polifemo, que, encolerizado con Odiseo/Ulises por haber dejado ciego a su hijo, hará que la vuelta del héroe a su patria sea una auténtica odisea que durará diez años).

Aparte de la traducción y del análisis sintáctico del texto griego y del comentario morfológico que tuvieron que hacer los participantes en el certamen, debían citar tres helenismos derivados de las palabras griegas "autón" (por ejemplo: autonomía, autodidacta, autógrafo), y de "polloús", que significa "mucho" (como, verbigracia: poligamia, politeísmo, polinomio).

Tenían que explicar, además, desde el punto de vista etimológico los términos: topónimo, protagonista y eutanasia.

-topónimo: procede de "topos" que quiere decir lugar y "ónoma", modificado como -ónimo, que quiere decir "nombre", por lo que un topónimo es el nombre propio que se le da a un lugar. Otros derivados de "topos" son: tópico, topógrafo, utopía... y de "ónoma" son: onomástica, onomatopeya, sinónimo, antónimo, pseudónimo y un largo etcétera.

-protagonista: viene de "protos" que significa primero y "agonistes" que quiere decir "luchador, guerrero", por lo que el protagonista es el personaje principal. Otros derivados de "protos" son: prototipo, protón, proteína, protocolo... y de "agonistes" tenemos antagonista y también agonía y agonizar.

-eutanasia: deriva de "eu" que vale por "bien, bueno" y "thánatos" que es el nombre, masculino por cierto, de la muerte en griego, por lo que su significado sería "la buena muerte o muerte sin dolor". Otros derivados de "eu" son: eufonía, eufemismo, evangelio... y de "thánatos" tenemos, por ejemplo, "tanatorio".


miércoles, 20 de abril de 2011

Viriato: Roma no paga a traidores

Cuadro de José Madrazo titulado "Muerte de Viriato"

El martes 19 de abril de 2011 se celebró en las Caballerizas del Palacio de la Magdalena de Santander el X Certamen de Traducción de Latín y Griego, que viene siendo organizado por la Asociación de Profesores de Latín y Griego de Cantabria. En la prueba de Latín participaron 120 alumnos de distintos Institutos de Cantabria. Amparo Diego, Alba García y Ángela Prieto, alumnas de 2º de Bachillerato, representaron al nuestro.

El certamen ha consistido en la traducción con la ayuda del diccionario y análisis sintáctico de un texto histórico sobre la figura de Viriato, popularizado por una reciente serie televisiva, el comentario morfológico de cuatro palabras de ese texto y el etimológico de otras cuatro, durante una hora y media.

Dejando aparte el análisis morfológico y sintáctio, he aquí el texto del historiador Eutropio, al que tuvieron que enfrentarse nuestras alumnas, con una traducción entre paréntesis:

Nec multo post quoque Q. Caepio ad idem bellum missus est, quod quidam Viriathus contra Romanos in Lusitania gerebat. (Y no mucho después también Q. Cepión fue enviado a la misma guerra, que un tal Viriato llevaba a cabo contra los romanos en la Lusitania). Quo metu Viriathus a suis interfectus est, cum quattuordecim annis Hispanias adversus Romanos movisset. (Debido a este temor Viriato fue asesinado por los suyos, al haber agitado durante catorce años las Hispanias contra los romanos). Pastor primo fuit, mox latronum dux, postremo tantos ad bellum populos concitavit, ut adsertor contra Romanos Hispaniae putaretur. (Fue en principio un pastor, después jefe de unos salteadores de caminos, finalmente reunió tantos pueblos para la guerra, que era considerado un defensor de Hispania frente a los romanos). Et cum interfectores eius praemium a Caepione consule peterent, responsum est numquam Romanis placuisse imperatores a suis militibus interfici. (Y al haberle pedido sus asesinos una recompensa al cónsul Cepión, se les respondió que nunca a los romanos les había agradado que los jefes fueran asesinados por sus propios soldados).


Comentario: Para entender el texto, hace falta conocer un poco su contexto histórico: En el año 155 a. de C. comenzaron las primeras rebeliones de los lusitanos contra la dominación romana. Eran tribus seminómadas dedicadas fundamentalmente al pastoreo. La represión que llevaron a cabo los dirigentes romanos, especialmente el pretor Galba, fue brutal. Según Suetonio, Galba habría pasado a cuchillo a más de treinta mil lusitanos acusados de traición. Esta situación movió a Viriato, superviviente de la matanza, a alzarse como cabecilla de los rebeldes. Mantuvo en jaque a los ejércitos romanos mediante la táctica de la guerra de guerrillas, que también practicarían después cántabros y astures.

Viriato habría sido, según Eutropio, en primer lugar un simple pastor, después el jefe de una cuadrilla de ladrones, y finalmente el cabecilla visible de la revuelta, que consiguió aglutinar en torno suyo a numerosas tribus y pueblos descontentos con la dominación romana. En el año 139 a. de C. fue asesinado a traición por sus propios hombres. El texto finaliza con la anécdota de que los asesinos de Viriato, lusitanos como él, pretendieron cobrar una recompensa, que el cónsul romano les negó, acuñando la famosa frase de "Roma traditoribus non praemiat", o lo que es lo mismo: Roma no paga a traidores.




Por otra parte, se les pedía, además, a los participantes del certamen que señalaran palabras castellanas derivadas de los siguientes cuatro términos latinos que aparecían en el texto:

BELLUM, que significa "guerra", se mantiene en palabras castellanas como bélico, beligerante, (anti-)belicista, rebelión, rebeldía, rebelde. Se cita incluso a veces la desafortunada frase latina de "Si vis pacem, para bellum": si quieres la paz, prepara la guerra; "parabellum" es el nombre también de un calibre balístico.

DUX, que significa "jefe, general", y cuya raíz es DUC- y quiere decir "llevar", se conserva en los numerosos verbos acabados en -ducir como a-ducir, ab-ducir, con-ducir, de-ducir, in-ducir, intro-ducir, pro-ducir, re-ducir, re-pro-ducir, se-ducir, tra-ducir. Resulta curioso a la vez que instructivo ir viendo cómo en nuestra lengua todos estos verbos tienen un significado común y básico que es el de "llevar" y cómo este significado se va modificando ligeramente según el prefijo que le coloquemos delante: intro- por ejemplo, añade el matiz de "hacia adentro", y "tra" "hacia otro lado (o lengua, en este caso)". También se pueden señalar como derivados de esta raíz "duque", "ducado", "dúctil", y los numerosos derivados de cualesquiera de los verbos citados acabados en -ducción, -ductor, -ductivo...

PLACUISSE, cuya raíz es PLAC-, que significa "agradar", es el origen de plácido, placer, complacer, placentero, placebo, beneplácito, etc.

MILITIBUS, cuya raíz es MILIT-, que quiere decir "soldado", está en la base de militar, militarizar, (anti-)militarismo, milicia, miliciano, y el término popular "mili".

En la ciudad de Zamora se encuentra esta estatua del líder lusitano Viriato, con la inscripción: TERROR ROMANORUM: el terror (o la pesadilla) de los romanos.


domingo, 17 de abril de 2011

Griego: mucho más que una opción


Si eliges estudiar Griego en Bachillerato estás tomando una decisión mucho más importante de lo que parece a primera y simple vista: Griego es mucho más que una asignatura: es un viaje inolvidable hacia una lengua y una cultura que, aunque nos puede parecer lejana en el tiempo y en el espacio, no va a resultarnos ajena en absoluto: porque, aunque no seamos conscientes, seguimos hablando y pensando en griego, porque el griego se sigue hablando todavía.


En la novela "Memorias de Adriano", Marguerite Yourcenar pone en boca del sabio emperador las siguientes palabras: "Siempre agradeceré a Escauro que me hiciera estudiar griego a temprana edad. Aun era un niño cuando por primera vez probé de escribir con el estilo los caracteres de ese alfabeto desconocido; empezaba mi gran extrañamiento, mis grandes viajes y el sentimiento de una elección tan deliberada y tan involuntaria como el amor.


Amé esa lengua por su flexibilidad de cuerpo bien adiestrado, su riqueza de vocabulario donde a cada palabra se siente el contacto directo y variado de las realidades, y porque casi todo lo que los hombres han dicho de mejor lo han dicho en griego.


Bien sé que hay otros idiomas; están petrificados, o aún les falta nacer. Los sacerdotes egipcios me mostraron sus antiguos símbolos, signos más que palabras, antiquísimos esfuerzos por clasificar el mundo y las cosas, habla sepulcral de una raza muerta.


Durante la guerra con los judíos, el rabino Josuá me explicó literalmente ciertos textos de esa lengua de sectarios, tan obsesionados por su dios, que han desatendido lo humano.


En el ejército me familiaricé con el lenguaje de los auxiliares celtas; me acuerdo sobre todo de ciertos cantos... Pero las jergas bárbaras valen a lo sumo por las reservas que proporcionan a la palabra, y por todo lo que sin duda expresarán en el porvenir.


En cambio el griego tiene tras de él tesoros de experiencia, la del hombre y la del Estado. (...) todo lo que cada uno de nosotros puede intentar para perder a sus semejantes o para servirlos ha sido hecho ya alguna vez por un griego.


Y lo mismo ocurre con nuestras elecciones personales: del cinismo al idealismo, del escepticismo de Pirrón a los sueños sagrados de Pitágoras, nuestras negativas o asentimientos ya han tenido lugar; nuestros vicios y virtudes cuentan con modelos griegos.


Nada iguala la belleza de una inscripción votiva o funeraria latina; esas pocas palabras grabadas en la piedra resumen con majestad impersonal todo lo que el mundo necesita saber de nosotros.


Yo he administrado el imperio en latín; mi epitafio será escrito en latín sobre los muros de mi mausoleo a orillas del Tíber; pero he pensado y he vivido en griego."



Mausoleo de Adriano a la orilla del Tíber, Roma, conocido también como Castel Sant Angelo.

viernes, 15 de abril de 2011

Veni, vidi, vici


Una de las frases más famosas atribuidas a Julio César es "Veni, uidi, uici", lo que quiere decir, como se sabe, "llegué, vi, vencí". Así resumió una de sus gloriosas campañas militares el ilustre general. Otro dicho suyo famoso fue, cuando cruzó el Rubicón, "alea iacta est" (la suerte, -o, más propiamente, el dado- está echada), y su última frase famosa, cronológicamente: "Tu, quoque, Brute, fili mi?" (que dicen que le dijo a Bruto, uno de sus asesinos en la hora de su muerte: ¿Tú también, Bruto, hijo mío?).


Una de las recreaciones  más célebres de la frase cesariana se la debemos al poeta francés Victor Hugo, que dedicó un poema a la muerte prematura de su hija, titulado Veni, vidi, vixi, cambiando la última palabra: vixi (he vivido, viví)  en lugar de vici (he vencido, vencí): "llegué, vi, viví".


No habrá seguramente frase latina más y peor citada que esta de "ueni, uidi, uici". ¿Por qué? Pues por la mala costumbre de leer el latín clásico según la pronunciación nacional de la lengua de uno. Si leemos el latín a la española, tendremos que decir: "veni, vidi, vici", como si lo hubiéramos escrito "beni, bidi, bici" con "b" de burro. Los hispanos, ya de antiguo, no diferenciábamos B y V. Por eso se permitieron algunos la broma de decir que nosotros no distinguíamos "uíuere" (vivir) de "bíbere" (beber), confundiendo la vida con la bebida, y dando a entender de paso lo aficionados que eran nuestros antepasados al vino.


Durante mucho tiempo se creyó que la pronunciación correcta del latín era la italiana, y se leía la lengua de Cicerón y de Virgilio como si fuera italiano moderno. Habréis oído seguramente esta frase pronunciada a veces "veni, vidi, vichi" e incluso "veni, vidi, vinchi", con una ene intrusa incorrecta totalmente, que no pinta nada porque corresponde al presente pero no al pretérito perfecto. Esta pronunciación es la que adoptó e impuso la iglesia católica a toda la cristiandad, cuando la misa se celebraba como Dios manda, en latín.


¿Cómo la pronunciaría el propio César cuando en el mundo se hablaba latín y esta lengua no había degenerado todavía ni en castellano ni en italiano ni en francés ni en rumano ni en un largo etcétera de latines mal hablados? Pues seguramente así "ueni, uidi, uici", es decir /wéni, wídi, wíki/.
  

domingo, 27 de febrero de 2011

Electra

Ahora damos paso a la tragedia. Nos ponemos serios porque vamos a asistir a un drama de pasiones desenfrenadas, muerte y venganza. La obra de Sófocles gira en torno a la obsesión de Electra por vengar la muerte de su padre, Agamenón, ejecutado a su regreso de la guerra de Troya por su propia esposa Clitemnestra y su amante Egisto. No fue Clitemnestra fiel a su marido ausente, como aquella otra reina, Penélope, que esperó durante veinte años el retorno del guerrero tejiendo por el día y destejiendo por la noche un tapiz para engañar a sus muchos pretendientes…

(Así reflejó Frederic Leighton el dolor y luto de Electra ante la tumba de su padre asesinado)


El asesinato se consumó cuando Agamenón regresaba a Micenas triunfante de la guerra de Troya y victorioso. Electra, que amaba a su padre Agamenón, nunca le perdonará a su madre este sangriento crimen. La obra trata, pues, de la venganza. Electra busca para ello el apoyo de su hermano Orestes y su fiel amigo Pílades; en tanto su hermana Crisótemis trata inútilmente de disuadirla de semejante obsesión.


Se ha querido ver en este amor de la hija hacia el padre y aborrecimiento hacia la figura materna el contrapunto femenino del complejo de Edipo. Ya lo apuntó el propio Sigmund Freud, que dejó esbozado así el complejo de Electra.


En una de las escenas más patéticas de la obra, Clitemnestra trata de explicarle a su hija Electra, a fin de ganarse su comprensión, por qué ella y su amante Egisto han matado a Agamenón: el glorioso rey hacía diez años no había tenido ningún empacho en sacrificar a su otra hija Ifigenia, hermana de Electra, para congraciarse con los dioses y poder zarpar a Troya. Clitemnestra nunca le perdonó a su marido, al que por otra parte no hace falta decir que no amaba demasiado, que hubiera inmolado a su propia hija en aras de su gloria personal en la guerra. No iba a ser ella, pues, una reina fiel como Penélope.


(La figura de la izquierda que se cubre el rostro del dolor que siente por el sacrificio de su hija Ifigenia es Agamenón)

Pero Electra es implacable. Convence a Orestes y a Pílades para que sean su brazo ejecutor. La muerte de Clitemnestra ocurre primero. Luego se aproxima Egisto, que entra, en el palacio ensangrentado donde va a correr la misma suerte que la reina.


Estamos ante una cadena interminable de crímenes y venganzas que provocan otros crímenes y nuevas venganzas, tan real como la vida misma. Lo que vio Sófocles, hace más de dos mil años, lo podemos seguir viendo todavía hoy en las noticias de los periódicos y telediarios. Cambian los escenarios y los tiempos, cambian los nombres propios de los personajes, pero la naturaleza humana es la misma.


Ahora os toca leer la obra a vosotros, antes de la representación, que será el día 22 de marzo. ¿Qué os ha parecido? ¿Qué podéis decir a propósito de Electra y de sus motivos?

(Orestes, tras el asesinato de su madre, perseguido por las Furias que personifican los remordimientos de conciencia)